Paulo Guedes, el ministro de Economía brasileño y mano derecha del presidente Jair Bolsonaro, quiere establecer aportes individuales a la seguridad social para quienes sean contratados bajo el sistema “verde amarelo”**.
Quien sea empleado bajo este sistema, además de sufrir una reducción de sus derechos, vivirá un drama similar al de la población de Chile, país donde se adoptó tal opción sin pensar en los asegurados.
En Chile no existe una jubilación mínima, y los jubilados y las jubiladas viven con ingresos equivalentes a entre 134 y 160 dólares por mes.
El gobierno brasileño se está rindiendo ante el capital más salvaje, menos social y menos democrático, y lo hace culpando a los derechos laborales del estancamiento económico actual.
Desvirtúa la mecánica del valor impuesto en el contrato de trabajo, que es caro porque el capital está atado a una penosa carga tributaria. Se equivoca en el blanco, y apunta a los más débiles.
Todo gracias a una falsa noción capitalista de la libertad, una hipocresía que sugiere que el trabajador es quien elige tener más o menos derechos.
Como si el patrón, libre de cualquier obligación y teniendo a su disposición un ejército de trabajadores de segunda clase, fuera a preferir contratar empleados con muchos derechos.
El empresario ya siente que sufre mucho con la alta carga impositiva brasileña, y, para mantener su negocio, busca aumentar sus ganancias de la forma que sea.
Su lógica, entonces, pasa a ser contratar trabajadores más baratos y sin derechos.
Bolsonaro y su equipo económico están dando señales claras de que van a cumplir lo prometido en campaña e intensifican la retórica del capitalismo salvaje para sepultar el contrato de trabajo tradicional, protegido por el Código Laboral (CLT).
Para esa tarea, ya cuentan con apoyo de los grandes medios de comunicación y de gran parte de los diputados y senadores, mientras la sociedad permanece anestesiada.
Las voces disonantes, que intentarán que el Congreso recuerde que todo trabajador en estado de mendicidad no consume, y por lo tanto no hace girar la rueda de la economía, serán ignoradas por este grupo ya consolidado.
El movimiento sindical debe proponer a la clase trabajadora y a la sociedad un amplio debate sobre el tema, libre de cualquier barrera político-partidaria.
El trabajador brasileño necesita despertar a esta realidad.
En las fábricas, los comercios, el campo, las iglesias y las escuelas, el trabajador ya está sintiendo el sabor amargo de la barbarie social.
Al tomar conciencia de este momento histórico, y al rechazar cualquier reducción de sus derechos laborales, los brasileños derrotarán a aquellos que quieren hacer que los trabajadores y las trabajadoras carguen con los costos del país.
*Nota del Traductor: El Fondo de Garantía del Tiempo de servicio (FGTS) fue creado con el objetivo de proteger al trabajador despedido sin justa causa, mediante la apertura de una cuenta vinculada al contrato de trabajo. Al comienzo de cada mes, los empleadores depositan en cuentas abiertas en nombre de los empleados el valor correspondiente al 8 por ciento del salario de cada empleado. El FGTS está constituido por el total de esos depósitos mensuales y los valores pertenecen a los empleados que, en algunas situaciones, pueden disponer del total depositado a su nombre.
**NDT: Nombre que hace alusión a la bandera brasileña y a la camiseta de fútbol de Brasil usada por los seguidores de Bolsonaro).