La compañía deberá desde ahora adoptar un “ritmo de trabajo adecuado” en las actividades repetitivas, recurriendo a un método conocido como Ocra, diseñado con ese objetivo.
El plan, negociado durante un año por el Ministerio Público del Trabajo (MPT) y la mega empresa abarcará gradualmente a los 80.000 trabajadores y trabajadoras de la firma, que representan algo menos de la quinta parte de las 450.000 personas que conforman el personal total de la industria frigorífica en Brasil.
Comprende básicamente la definición de límites de piezas manejados por cada trabajador o trabajadora en cada minuto de labor y dispone la colocación de relojes en las distintas unidades para que los propios empleados puedan actuar como fiscales.
“Es una conquista histórica en cuanto al ambiente de trabajo en los frigoríficos. El ritmo de labor es el más importante factor de generación de enfermedades profesionales en las agroindustrias”, comentó el procurador del Trabajo Heiler Ivens Natali, uno de los negociadores del acuerdo.
Según señala el MPT del estado de Santa Catarina en un comunicado, el método Ocra, aplicado comúnmente en Europa, “analiza los riesgos derivados del ritmo de trabajo, las posturas, la fuerza y otras exigencias complementarias”, fundamentalmente para los miembros superiores de operarios y operarias.
BRF, una de las mayores empresas del sector de alimentos a nivel mundial, ha sido condenada en numerosas oportunidades por la justicia laboral brasileña por atentar contra la salud de sus trabajadores y trabajadoras por los ritmos de labor que impone.
La transnacional tiene unas 50 plantas en Argentina, Brasil, Emiratos Árabes Unidos, Holanda, Malasia, Reino Unido, Tailandia y Turquía y opera en más de 150 países. Fuera de Brasil, emplea a más de 100.000 personas.