La selva bajo fuego
La Amazonia se ha convertido en un infierno: llamas, humo, sequedad, muerte masiva de fauna autóctona, ríos agonizantes, riesgos severos para los seres humanos. Arden vastas zonas de su selva y el Pantanal, el mayor humedal del mundo, así como de las sabanas de El Cerrado y los bosques atlánticos de la costa oriental de Brasil.
Carlos Amorín
1 | 10 | 2024
Imagen: Matheus Facco | Rel UITA
La naturaleza no consigue reponer los daños causados por la presión constante de ganaderos y sojeros por extender la frontera agrícola, combinada con los efectos del cambio climático.
Una vez que la floresta es quemada, los fazendeiros se apropian de los territorios arrasados para explotarlos en su beneficio. Deforestación e incendios van de la mano, y el gobierno no logra controlar una vasta zona del país en manos de una oligarquía opositora.
Cipayo fue el nombre dado por los británicos en los siglos XVIII y XIX al indio (nativo de la India) empleado como soldado por los colonizadores para defender sus colonias. Por extensión, así se les llamó también a los que actuaban de la misma manera en las colonias francesas y portuguesas de África y Asia.
En nuestro tiempo y nuestra región, los cipayos son aquellos que protegen los intereses extranjeros en detrimento de la soberanía nacional. Ellos suelen asociarse en una “oligarquía”, esto es, un pequeño grupo de personas que ejerce el poder de un país, de manera explícita o enmascarada, en su provecho de clase.
Se trata de una evolución del concepto de colonialismo, por la cual ya no son necesarios los carísimos ejércitos de ocupación de otrora, ya no están las tropas extranjeras expuestas en las primeras líneas de fuego pues han sido sustituidas por Fuerzas Armadas locales, entrenadas y pertrechadas desde la metrópoli.
Ellas responden sin pestañar a la oligarquía, que se disputa las migajas del festín, porque el faisán, el caviar y el champán, lo comen y lo beben otros: los amos.
Esta estructura de poder, verdadera “estafa piramidal”, explica las facilidades con las que se perpetran la expoliación, el despojo, el atraco que sufre América Latina, así como otras regiones del mundo sometidas al colonialismo a control remoto.
Preguntémonos: ¿de dónde vienen los capitales mineros que extraen nuestros recursos naturales y contaminan territorios y personas, destruyen culturas locales y provocan migraciones? ¿Y adónde van a parar los beneficios, después de haber dejado caer algunas migajas en los platos de sus cómplices locales: los oligarcas?
Preguntémonos: ¿a qué intereses beneficia el “ogronegocio” que manda quemar la selva virgen para sustituirla con soja y con vacas? Después de quemar usurpan el territorio y plantan para exportar, no para alimentar a su pueblo.
Para hacerlo compran semillas transgénicas al amo, agrotóxicos también al amo, así como la maquinaria y los camiones producidos a veces localmente, pero bajo licencia del amo, el combustible a menudo extraído por el amo, la comercialización, el transporte marítimo, los costos financieros… todo va para el amo.
En resumen, para el “ogrocultor”, en el mejor de los casos, queda menos del 15 por ciento del ingreso. Una renta que se puede considerar relativamente baja. Lo que realmente consolida las ganancias locales es la usurpación de la tierra y la impunidad ambiental y social, la explotación de trabajadoras y trabajadores rurales y, en algunos casos, hasta de la mano de obra esclava.
No pagan por la tierra robada, no pagan por la contaminación ambiental, no pagan por las consecuencias sanitarias y sociales. El delito y la impunidad son inherentes a la expoliación del “ogronegocio”.
Los que se niegan públicamente a firmar el tratado UE-Mercosur denunciando la destrucción de la floresta, son los mismos que, tras bambalinas, se benefician de lo que denuncian.
Se enriquecen exportando agrotóxicos que han prohibido en sus países, pero que siguen produciendo para que sean usados en nuestros territorios, se benefician porque si las commodities valen X al ser embarcadas para exportación, en sus destinos los amos multiplican por 100 o 200 lo que han pagado por ellas.
Mientras esta “estructura piramidal” maneje los hilos, seguirán ocurriendo los incendios, la deforestación, la contaminación y la violencia.
Los enormes incendios que arrasan actualmente la Amazonia brasileña están provocados por los plantadores de soja y los ganaderos que “limpian” la tierra para usarla.
Estas “quemas” programadas causan enormes daños anualmente ya que es imposible controlar el fuego en este ambiente, así que las áreas quemadas son siempre mucho más amplias que las previstas por los incendiarios.
En lo que va del año se han registrado más de 189 mil focos ígneos. Solo en los primeros 15 días de setiembre ocurrieron 60 mil.
Según datos recopilados por satélites del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), en todo 2023 hubo un total de 189.926 focos, casi la misma cantidad que en los primeros nueve meses de este año.
Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonía (Ipam), expresó a la agencia internacional AFP que “En estas condiciones de sequía extrema —aludiendo a que desde junio del año pasado no ha llovido en la región, a lo que se suma el fenómeno de El Niño, caracterizado por altas temperaturas y escasas lluvias— para que un incendio se propague basta una chispa, pero esa chispa la enciende un ser humano».
También está ardiendo el Pantanal, donde se calcula que ya se quemaron 1,2 millones de hectáreas, equivalente al 8 por ciento de ese bioma.
La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, advirtió ante una comisión del Senado que “podemos perder el Pantanal a finales de siglo”, y explicó que la disminución de las lluvias y el aumento del calor son enormes obstáculos para que los humedales puedan reabastecerse hasta niveles sostenibles.
Igualmente se registró un enorme incendio en el Bosque Nacional de Brasilia, un área de conservación que se extiende sobre 5.600 hectáreas de bosque que protege los manantiales que son la fuente del 70 por ciento del agua dulce de la ciudad.
El tamaño del Bosque ya se había reducido casi a la mitad en 2022, cuando el expresidente Jair Bolsonaro autorizó su tala para beneficiar un desarrollo urbano.
Esta cantidad e intensidad inédita de incendios ha generado enormes masas de humo que se desplazan con los vientos a grandes distancias, En Brasilia se registraron lluvias negras, cargadas del hollín y las cenizas de los incendios. El humo llegó incluso a cubrir el Uruguay, el sur de Brasil y amplias zonas de Argentina y Paraguay.
Se espera que la estación de lluvias comience en la segunda quincena de noviembre y que ellas sean las que, finalmente, logren acabar con la sequía y los incendios. Otras voces alertan de que el cambio climático ha modificado el comportamiento atmosférico de maneras impredecibles.
De lo que sí estamos seguros, es de que la “estafa piramidal” montada entre los amos y las oligarquías seguirán expoliando nuestra región y el planeta entero si es que no encontramos relativamente rápido los caminos para “dar vuelta la tortilla”.