El mundo consume 180 millones de toneladas de azúcar al año proveniente de la caña y la remolacha.
En Colombia se consumen 1.4 millones producidas en 240.000 hectáreas. Aproximadamente 75% de esa tierra corresponde a 3.000 productores y el resto a los grandes ingenios.
Se puede vivir sin cocaína, pero no sin azúcar, salvo que su consumo debe ser moderado como otros alimentos.
De la agroindustria del azúcar y etanol dependen 286.000 trabajadores directos e indirectos, incidiendo fuertemente en el desarrollo económico y social de los 42 municipios de Valle del Cauca, Norte del Cauca, Risaralda y Quindío.
La agroindustria azucarera no solamente produce azúcar; también produce etanol, energía eléctrica, abonos orgánicos, jugos, dulces y confitería, bagazo para la producción de papel, etc.
Esta industria ha diversificado su producción fruto de la investigación y el esfuerzo de varias generaciones de colombianos que luchan hoy por mantenerla.
Qué extraña coincidencia: los diferentes gobiernos desde Cesar Gaviria hasta Iván Duque con la imposición del modelo de apertura económica, han ocasionado la pérdida de rentabilidad del sector agropecuario colombiano y entre ellos el sector de la agroindustria azucarera que se debate en una grave crisis por los bajos precios internacionales, la pérdida del 30% del mercado nacional del etanol a manos de los Estados Unidos por efectos del TLC, la falta de subsidios para el agro, las débiles políticas públicas de apoyo al sector, los efectos climáticos, etc.
Ahora aparece el senador Petro para tratar de darle la estocada final al sector, comparando el azúcar con los narcóticos.
Ya en su campaña presidencial había propuesto acabar la producción industrial de azúcar y etanol para parcelar la tierra y retroceder a la producción minifundista.
Los corteros de caña con nuestro sudor y sangre hemos ayudado a construir este importante sector agroindustrial y sabemos que en Colombia se cierran empresas a diario y nadie responde por la suerte de los trabajadores que pierden su empleo.
Hace pocos días nada la transnacional Philip Morris cerró Coltabaco y dejó a 1.900 trabajadores y 2.500 cultivadores de tabaco en la calle.
No olvidemos que las transnacionales Coca Cola, Nestlé, Bimbo y otras, demandaron a los ingenios azucareros hace unos años y el gobierno de Santos favoreció las exigencias de estas compañías en detrimento de la industria nacional.
Es increíble que teniendo la más alta producción de sacarosa por hectárea en el mundo, esta agroindustria pase tantas restricciones para mantener su sostenibilidad por las tropelías del mal llamado libre comercio.
Nuestra lucha es por tener un empleo estable con salarios dignos, lo hemos logrado con nuestra organización y nuestra lucha.
Hoy tenemos contratos de trabajo a término indefinido, estabilidad laboral, garantías laborales y sindicales, más del 60% logramos tener vivienda a través de los fondos creados en las negociaciones colectivas con los ingenios, muchos de nuestros hijos hacen estudios técnicos y universitarios con ayudas de los fondos de educación.
Las jornadas de trabajo de 10 y 12 horas son historias del pasado que recordamos pero que ya superamos y en ese sentido nuestras vidas mejoraron.
Por todas estas razones no creemos que la política aperturista de los últimos gobiernos, ni las aseveraciones del senador Petro sean solución para salvar al sector agropecuario colombiano.
Nuestra visión es de país y creemos que la defensa de la producción nacional, nuestra soberanía económica y el bienestar de los colombianos pasa por la eliminación de los tratados de libre comercio y la protección del mercado interno ante el daño que causan las importaciones indiscriminadas de alimentos y mercancías que se pueden producir en Colombia.
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NdE: los subtítulos nos pertenecen