La economía dominante de nuestras sociedades, el capitalismo, está enferma. No enfermó recientemente: nació enferma. Tiene un mal incurable, genético. Definitivamente: no tiene cura. Pero sigue respirando, aunque en su sobrevivencia mate de hambre y con bombas a millones de seres humanos, solo para mantener el privilegio de unos pocos.
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