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Delia Giovanola (1926-2022)
Vidas deshechas
Tenía 96 años. En 2015 pudo reencontrarse con su nieto, apropiado por los militares de la dictadura en 1976. El lunes 18 murió en Buenos Aires Delia Giovanola, fundadora y símbolo de Abuelas de Plaza de Mayo.
Daniel Gatti
19 | 07 | 2022
Foto: Telam (archivo)
Delia tenía 50 años y era maestra de escuela cuando en octubre de 1976, en la ciudad de La Plata una banda de uniformados se llevaron de su casa a su hijo, Jorge Ogando, y a su nuera, Stella Maris Montesano, que estaba embarazada de ocho meses.
En la vivienda quedó la otra hija de la pareja, Virginia, que entonces tenía tres años. Delia se hizo cargo de su nieta.
Al término de la dictadura, en 1983, Delia supo que el bebé que Stella Maris esperaba nació en cautiverio, en el llamado Pozo de Banfield, uno de los “chupaderos” del régimen argentino.
Se lo contó una sobreviviente de ese campo que vio nacer al niño, al que su madre llamó Martín poco antes de que a ella la condujeran primero para otro pozo, el de Quilmes, y luego con destino desconocido. “Trasladada”, según el eufemismo que utilizaban los asesinos para decir que había sido ejecutada, probablemente tirada al mar desde un avión.
Cuando su hijo y su nuera fueron secuestrados, la vida de Delia “cambió para siempre”, según dijo el año pasado al declarar ante el Tribunal Oral Federal de La Plata, que está juzgando los secuestros, torturas y asesinato cometidos por la Brigada de Investigaciones de Banfield, Lanús y Quilmes.
“No existía cómo buscar un hijo, no había ningún modelo. Automáticamente nos encontramos un grupo de madres buscando a nuestros hijos. Intercambiando ideas, probando y equivocándonos muchas veces seguimos adelante. Así fueron nuestras primeras rondas”, llegó a contar.
Estuvo entre las primeras Madres de Plaza de Mayo, y luego entre las 12 que crearon Abuelas.
En 1982, en plena guerra de las Malvinas, que la dictadura aprovechaba para forzar la “unidad nacional” contra “el apropiador inglés”, Delia Giovanola desfiló con una pancarta con la leyenda “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”, escrita a mano por ella.
“Estaba indignada de ver la ciudad empapelada con esas leyendas sobre la guerra y que nadie hablara de las Madres ni de las Abuelas, que estábamos ahí hacía seis años dando vueltas. No nos veían”, recordó este martes el diario Página 12.
En 2011 se suicidó Virginia. Durante años la muchacha le había escrito infinidad de mensajes al hermano que no conocía, como botellas al mar. Dejó dos hijos chicos.
“Era una mujer con un empuje tremendo, pero quebró. También ella fue una víctima directa de los genocidas”, comentó el entonces secretario de Derechos Humanos Eduardo Duhalde.
En 2015 “reapareció” Martín. Tenía 37 años, hacía más de una década que vivía en Estados Unidos, pero en determinado momento comenzó a tener sospechas de que podía ser hijo de desaparecidos.
Contactó a Abuelas, se hizo una extracción de sangre que fue cotejada con las muestras depositadas en el Banco Nacional de Datos Genéticos y resultó ser hijo de Stella Maris y Jorge. Inmediatamente entró en relación con su abuela Delia.
A Martín se lo conoció por un tiempo como “el nieto 118”, de los más de 500 nacidos en cautiverio. Hoy suman 130 los hijos de desaparecidos apropiados que han recuperado su identidad.
“Aun después de volver a estar con su nieto, cuando ya tenía casi 90 años, Delia siguió luchando por encontrar a los muchos que faltan. Decía que era una privilegiada por haber recuperado a Martín. Era una referente”, dijo una de sus compañeras en Abuelas.