ATILRA, con su obra social OSPIL y su mutual AMPIL, se inserta socialmente en el país a través de sus seccionales, no solo defendiendo los derechos del trabajador de la industria láctea sino brindando una importante e innumerable cantidad de bienes y servicios a la comunidad y abarcando y cubriendo temas tan complejos, sensibles y vitales como la educación y la salud de la población.
Para ello, y como empleador, cuenta con cientos de trabajadores en relación de dependencia, es decir, tiene más empleados que más del 80 por ciento de las empresas que integran la industria láctea.
Al actuar en diversos campos, su visión es claramente más amplia, profunda y abarcadora.
ATILRA entiende a la industria láctea como un todo que debe confluir al bienestar del sector.
¿De qué se trata este tipo de notas? Desde una falsa neutralidad, se trata de un relato sesgado y fuera de contexto que distorsiona la realidad, exponiendo una visión discriminadora y clasista, en contraposición a la más amplia visión y acción social de la entidad sindical, que es también fuente de trabajo.
Así, a la defensa de los derechos del trabajador constitucionalmente tutelados, la denomina “aprietes”, a la conducción organizada de los trabajadores “mafia”, a sus justos reclamos “delitos”.
Estas adjetivaciones definen por sí mismas la naturaleza antidemocrática y destituyente de quien las escribe.
Estas notas recrudecen y proliferan cada vez que nos disponemos a discutir salarios.
No es ninguna casualidad.
Incluso en el marco de otro contexto político se llegó directa y abiertamente a decidir la persecución política de nuestro máximo dirigente buscando encarcelarlo a través de denuncias penales falsas.
No es casualidad tampoco que la nota mencione un emotivo encuentro entre los trabadores afiliados a nuestra entidad con Hugo Chávez -quien acudiera al salvataje de SANCOR– y Néstor y Cristina Kirchner.
Objetivo inmediato de este tipo de notas: desacreditar a la dirigencia sindical para debilitar su credibilidad, adoptando una postura falsamente neutral. Esta es una práctica desleal antigua, cíclicamente repetida a lo largo del tiempo.
Objetivo final: Con una conducción sindical debilitada, desacreditada, desunida y débil, suprimirle derechos al trabajador.
Objetivo específico de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (APyMEL): lograr para su sector un convenio colectivo más barato suprimiendo derechos del trabajador. Pretende que, realizando las mismas tareas, algunos trabajadores ganen menos que otros porque trabajan en empresas más chicas.
El argumento que utilizan es jurídicamente improcedente y comercialmente inaceptable: “Las empresas más chicas no pueden competir con las más grandes”.
Señores: la esencia del mercado es la libre competencia. Ello obliga a ser eficientes, a innovar, a renovarse, a transformarse, a fusionarse si es necesario, a mejorar la calidad de los productos para atraer la preferencia de los consumidores.
En la libre competencia, además, los agentes deben respetar el derecho de los demás. En lugar de ello, el pensamiento de APyMEL que atrasa un par de siglos, quiere trasladar el riesgo empresario al trabajador, violando preceptos constitucionales tales como el principio de progresividad y el de igual remuneración por igual tarea.
Llamativamente, la nota también destaca algo que ya es conocido por todo el sector: la puja de poder entre APyMEL (con sus propias graves internas) y el Centro de la Industria Lechera (CIL). Una cuestión totalmente ajena a los trabajadores que, sin embargo, se pretende utilizar en esta “batalla” entre las cámaras empresarias.
Con visión maniquea, el tipo de notas que tratamos se esfuerza por presentar a la entidad sindical como un enemigo de las empresas, o como un socio oculto con intereses espurios.
Para ello, recurrentemente se refieren a SANCOR, la situación de sus trabajadores, y la postura del sindicato.
Como tantas otras, SANCOR es una cooperativa nacida en el marco de una realidad comercial distinta, mucho antes del desembarco de las firmas multinacionales y la multiplicación de la competencia.
En aquel entonces, ATILRA luchó para lograr el correcto encuadramiento de los trabajadores, para evitar injustas sanciones y despidos indiscriminados, y para detener la persecución de los afiliados al sindicato.
Se trataba de situaciones de injusticia permanente que se daban solo con los afiliados de ATILRA.
Se perseguía a los trabajadores afiliados a ATILRA, y la entidad salió en su defensa hasta que la empresa abandonó su actitud persecutoria.
A partir de ahí, fue posible transitar un camino de entendimiento. Los reclamos de la entidad sindical nada tuvieron que ver con las decisiones comerciales, económicas y financieras que la empresa fue tomando a lo largo del tiempo y desembocaron en la crisis actual.
La larga lucha inicial ante la persecución sindical de los trabajadores agremiados, y el acompañamiento a partir del cese de la hostilidad empresarial, es una clara demostración de que ATILRA no es enemiga de las empresas, como tampoco es socia, sino una entidad que, desde la defensa y protección de los derechos de los trabajadores, brega por el bienestar de sus afiliados y el bien común del sector, actitud que, en definitiva, redunda en beneficio de la sociedad toda.
Podemos concluir que al título de la nota, “Una radiografía de ATILRA”, le faltó agregarle “Sacada por APYMEL”.
Tranquilos, que cuando necesitemos una radiografía de nuestra institución se la pediremos a nuestros afiliados.
Consejo Directivo Nacional