Ante el fallecimiento de Juan Martini
Gerardo Iglesias
10 | 1 | 2025
Juan Martini | Foto: Nelson Godoy
Obreros del tabaco y Juan Martini, formaron un dúo inseparable, componentes de una misma historia, de las mismas huellas.
“Para mí el sindicalismo lo es todo”, solía decir. Llegaba a la Federación puntual como la marea. Hacía años que había salido de la fábrica, pero él “marcaba tarjeta” todos los días. Aunque era su secretario general, Juan siempre fue un obrero de la organización.
Una noche tanguera en la Esquina Homero Manzi, le pregunté qué había hecho antes de llegar a la industria cigarrillera. Con mucha gracia me contó sobre su trabajo en un salón de baile.
─¿Qué hacías allí? ─pregunté sorprendido.
─Era responsable de cuidar a las parejas.
─¿Cuidarlas cómo? ─insistí.
─Como bailaban.
Recordé mis bailes primerizos y en una rápida puesta en contexto inferí:
─Cuidabas que no bailaran muy juntos…
─No, al revés. Que no bailaran suelto…
Juan era así, tan imprevisible como explosivo. En CASIA, generalmente al final de las reuniones de la Confederación de la Alimentación, su voz potente arremetía contra la pasividad del movimiento obrero y los que pretendían crecer robándoles afiliados a otros. Juan no toleraba la traición y denostaba a los traidores.
Corpulento, recio, fornido en sus convicciones, conservaba escondida la sonrisa de un niño en el 6 de enero, que solía aparecer cuando se sentía en confianza, rodeado de compañeros, familiares y amigos.
Sabés, querido Juan, te vamos a extrañar. Te mudas de barrio, pero siempre estarás con nosotros, cuidando que la dirigencia batalle junto con la gente que representa y no ande distraída, lejos de sus problemas y desafíos.
Que la luz ilumine tu viaje, viejo amigo.