Siderlei de Oliveira, genio y figura
Siderlei podría haber sido un exitoso publicista. Tenía un talento innato para la realización de campañas de sensibilización y denuncia, la fórmula mágica para definir el eslogan políticamente correcto, elocuente y transgresor y una admirable percepción estética.
Gerardo Iglesias
19 | 09 | 2022
Foto: Gerardo Iglesias
“El Pollo” de la campaña en favor de la NR36 y denunciante de la masacrante situación de las avícolas brasileras es con seguridad su realización más celebrada mundialmente.
En 2005 la Confederación Nacional de Trabajadores de la Alimentación (Contac, que Siderlei presidía) y la Rel UITA hicieron el lanzamiento de la Campaña Nacional Contra el Ritmo de Trabajo en los Frigoríficos (Passo Fundo/RS, 30/09).
En el material distribuido comenzaba a posicionarse la imagen de un pollo llevando a un trabajador en silla de ruedas y la frase: “No aguantó el ritmo”.
El 15 de agosto de 2007, durante el “Día Nacional de Movilización de la CUT”, que reunió a unas 20 mil personas en Brasilia, estuvimos presentes y “los pollos de Siderlei” fueron, con seguridad, la mayor atracción.
Luego, en 2009, sesionó el Encuentro Nacional de Trabajadores de Avícolas (Marau/RS, 17/10), que contó con la participación de 25 sindicatos y cuatro federaciones. A esas alturas los pollos andaban por todas partes.
En la Conferencia de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas, mayormente conocida como Rio+20 (20 al 22/06/2020), el famoso pollo y el trabajador masacrado también se hicieron presentes.
Todo evento donde la campaña pudiera colarse y ser noticia fue aprovechado, porque Siderlei era muy perspicaz a la hora de identificar escenarios donde promocionarla.
Corrían los primeros días de octubre de 2012, Siderlei y Geni Dalla Rosa salieron de Serafina Correa, en el sur de Brasil, y llegaron a Ginebra con una maleta enorme.
En su interior viajó “el pollo gigante”, el símbolo de la campaña internacional de Contac, CNTA y la Rel UITA, que fue la punta de lanza para denunciar las pésimas y precarias condiciones de labor en los frigoríficos en Brasil.
Barbro Budín, secretaria de educación de nuestra Internacional en aquel entonces, consiguió una silla de ruedas. Durante el informe de la Regional ingresó a la sala “el pollo” empujando la silla, y en esta, sentado, un trabajador todo vestido de blanco simbolizando las lesiones laborales que estaba sufriendo el personal de las avícolas brasileras.
El Congreso se suspendió, los delegados se amontonaban para sacar fotos, risas y aplausos llegaban desde la tribuna. Los colores en la cara del entonces secretario general subían y bajaban como en un semáforo descompuesto. Se pedía orden en la sala, pero nadie hacía caso: el descontrol era total.
Al salir del recinto, Geni se desprendió de sus prendas carnavalescas, riendo a más no poder. El mensaje había sido eficaz.
Carlos Molinares, secretario adjunto de la Federación Gremial de Personal de la Industria de la Carne de Argentina, quedó fascinado y tampoco él podía parar de reír la primera vez que vio al gigantesco pollo en acción.
Recuerdo que Siderlei encargó a un artista de Porto Alegre un pollo para la federación, que a estas alturas vaya uno a saber qué organización en Brasil lo tiene.
El pasado 17 de agosto, en Buenos Aires, organizaciones sociales y sindicatos protagonizaron una multitudinaria movilización en protesta ante el alto costo de vida. Un pollo gigante desfiló delante del grupo de la federación en su marcha por Avenida de Mayo.
El disfraz fue idea de Carlos Molinares y lleva el logo del Sindicato de Trabajadores de la Carne de Colón, provincia de Entre Ríos, de donde es oriundo el dirigente.
Carlos envió fotos y un breve mensaje:
“De alguna manera, Siderlei anduvo manifestando con nosotros en Buenos Aires”.