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La locura de la revolución del libre mercado de Milei

Librados a su voluntad para responder a las señales del mercado y crearlas y manipularlas a su antojo, los ricos y poderosos que toman esas decisiones sin restricciones se convertirán inevitablemente en el libre mercado. Y en el “libre mercado” lo que se erosiona es la libertad.

Hidayat Greenfield*

16 | 5 | 2024


Foto: Nelson Godoy

Los mercados son señales y los efectos agregados de las decisiones que se toman en respuesta a esas señales. Esas decisiones abarcan la distribución y redistribución de los recursos, tanto públicos como privados. El poder de tomar decisiones en respuesta a las señales del mercado también implica el poder de crear esas señales. Que las personas en tanto ciudadanos tengan el poder de tomar decisiones depende de la existencia de un Estado democrático, que rinde cuentas y distribuye recursos en beneficio de los intereses de sus ciudadanos. Que las personas en tanto directivos de grandes compañías e industrias privadas tengan el poder de tomar decisiones depende de si el Estado interviene, regula y restringe lo que pueden y no pueden hacer.

En la redistribución rápida de los recursos, las instituciones, las grandes compañías y las personas obtienen y pierden acceso a recursos y, si esa redistribución se hace sin restricciones, todo se convierte en recursos, en una mercancía que se compra y se vende con fines de lucro.

Si el Estado no interviene ni regula ni restringe, está claro que todas las decisiones importantes quedarán en manos de un puñado de ricos y poderosos. El Estado solo interviene a pedido de los ricos y poderosos cuando estos necesitan ayuda, cuando han tomado malas decisiones y deben ser rescatados de las crisis financieras que ellos mismos crearon.

El Estado interviene también cuando el pueblo da muestras de desafiar el poder de la minoría rica, cuando el pueblo exige el derecho a tomar decisiones que inciden de manera fundamental en la vida de las personas y el futuro de sus hijos. Su reclamo es que los recursos se distribuyan y redistribuyan en función de las necesidades del pueblo y del planeta mediante procesos democráticos. Eso es autodeterminación. Eso es soberanía nacional del pueblo. Es en este punto donde los políticos que representan a los ricos y poderosos, al tiempo que defienden un mercado libre de toda intervención estatal, también invocan los poderes de un Estado fuerte para actuar contra el pueblo.

“Libre mercado” significa en realidad que pueden tomarse libremente decisiones para distribuir y redistribuir todos los recursos de la sociedad en respuesta a señales —señales que entrañan una mezcla de realidades materiales y manipulación y especulación artificiales— sin intervención alguna del Estado. No hay intervención estatal que garantice que esa distribución y redistribución de recursos satisfaga las necesidades del pueblo y el disfrute de sus derechos humanos, incluido el derecho a vivir una vida digna. Solo hay intervención estatal para reprimir las protestas populares contra el robo masivo de los recursos públicos.

Librados a su voluntad para responder a las señales del mercado y crearlas y manipularlas a su antojo, los ricos y poderosos que toman esas decisiones sin restricciones se convertirán inevitablemente en el libre mercado. Y en el “libre mercado” lo que se erosiona es la libertad.

Esta es la locura del libre mercado. Esta es la locura del Milei.


Foto: Nelson Godoy

*secretario regional | UITA Asia/Pacífico