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El criptogate de Javier Milei

La gran timba

Mientras cierran empresas por cientos, se despiden trabajadores por miles y los ingresos de los sectores populares continúan desplomándose, el presidente Javier Milei incitó a invertir en una criptomoneda recién creada antes de retirarle su apoyo y pretender lavarse las manos. En pocas horas decenas de miles de personas que le siguieron la corriente perdieron lo invertido y un puñadito ganó una millonada. La tormenta perfecta de la pesadilla “libertaria”.

Daniel Gatti

19 | 2 | 2025


Ilustración: Allan McDonald

Como le es habitual, todo lo hizo desde X, la ex Twitter, propiedad de su amigo Elon Musk, dilecto colaborador del presidente de Estados Unidos Donald Trump.

El viernes por la noche Milei se valió de un mensajito de menos de 280 caracteres en X para incitar a invertir en una criptomoneda, $Libra, creada apenas unos minutitos antes.

“Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”, escribió.

Clasificada en la escala de las cirptomonedas entre las memecoins, monedas virtuales que no tienen sustento en ningún otro activo, para crecer $Libra necesitaba de la promoción de un personaje popular o relevante.

Ese fue el presidente argentino.

Apenas Milei le dio para adelante, $Libra, que no valía ni una milésima de dólar al momento de su lanzamiento, trepó y trepó hasta superar los cinco dólares.

Unas horas más tarde, retiró su tuit de respaldo y dijo no estar seguro de la solidez del proyecto.

El valor de $Libra se desplomó ipso facto, haciendo que al menos el 75 por ciento de los inversores (en su mayoría argentinos, pero también muchos extranjeros) lo perdieran todo.

Ganó la banca

No se sabe todavía cuántos fueron los loosers de esta jugada de casino: se dijo primero que 40.000, luego 44.000, más tarde 75.000. Sumados, habrían sido estafados en un total cercano a los 110 millones de dólares. O más.

Hubo en la otra punta, por supuesto, quienes se beneficiaron con la maniobra fraudulenta y embolsaron una buena cantidad de dinero.

Habría en esa lista, de acuerdo a investigaciones de prensa, viejos colaboradores o empleadores de Milei, integrantes del gobierno argentino y hasta personajes del universo conspiranoico de la ultraderecha internacional, latinoamericana y estadounidense en particular.

Y estarían, tal vez, quienes pergeñaron técnicamente la maniobra, entre ellos el creador de la moneda, el joven y enigmático empresario estadounidense Hayden Mark Davis, titular de una sociedad radicada en el paraíso fiscal de Panamá.

Admirador del presidente argentino y su liberalismo extremo, Davis se reunió con los Milei, Javier y su hermana Karina, eminencia gris del gobierno, al menos dos veces en los últimos seis meses, en julio y enero. Probablemente para preparar el asunto.

Si el “experimento” fracasó, si “todo salió mal”, dijo ahora un decepcionado Davis, fue porque Javier Milei se retiró. El estadounidense dijo que está esperando la orden del presidente para que los 110 millones de dólares “invertidos” encuentren un destino.

Como Pilatos

El presidente, a su vez, pretendió deslindarse de todo el asunto.

Una de sus líneas de defensa es insólita: cuando promovió la cripto –escribió en X y reiteró en una seudo entrevista hípercomplaciente en la noche del lunes 17– actúo, no como presidente sino como un individuo “común y corriente”.

“No soy presidente todo el día”, remachó para intentar borrar su responsabilidad en el escándalo.

Cuando era diputado, el líder de La Libertad Avanza ya había recurrido a esa estrategia de defensa en una circunstancia similar, cuando había promovido (“no como diputado sino como persona”) –previo cobro de unos 10.000 dólares por la publicidad, según él mismo reconoció– otra cripto moneda que resultó una estafa, CoinX.

Ni entonces ni ahora pidió disculpa alguna o se mostró arrepentido.

Denunciado

En la entrevista de la noche del lunes, Milei aseguró también que se limitó a “difundir” la iniciativa de $Libra, y no a “promoverla”, y que lo hizo recién después que se conoció la existencia de la moneda.

Detallados y documentados informes de prensa subrayan sin embargo que la $Libra no existía antes de que Milei la promocionara y que todo el proyecto (no por nada llamado Viva la Libertad.project, remedo de la famosa y carajeada consigna del presidente) contaba con su aval y conocimiento previo.

El propio Davis así lo confirmó. Todo fue hecho con su apoyo y gracias a su más estrecho entorno, dijo.

Ahora al presidente le están lloviendo denuncias penales, de argentinos y de extranjeros. Solo en su país, el martes 18 ya superaban largamente las 100. Lo acusan de estafa, de asociación ilícita y de incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Sectores de la oposición manejan en paralelo la posibilidad de someterlo a juicio político.

Incluso no pocos de sus seguidores de la primera hora, los llamados criptobros, una banda de jóvenes varones fanáticos del casino virtual, lo están mirando de reojo porque se encuentran entre los estafados y/o porque consideran que la actitud de Milei ha echado sombras sobre todo el mundillo de las monedas “inmateriales”.

El que no afana es un gil

¿Milei actuó solo como un fanático, como un iluso que cree a pie juntillas en los beneficios que el casino virtual puede aportar a la economía de un país, de la misma manera que cree en la divina justicia del mercado, habla con sus perros muertos o se piensa un elegido de las fuerzas del cielo, o es un estafador?

¿Es un gil (un tonto) o un chorro (un ladrón)?

Esas preguntas estuvieron en boca de muchos por estos días. “Es un iluso estafador”, respondió a la primera el periodista Ari Lijalad, animador de un muy seguido programa radial. Es más un chorro que un gil, sugirió como respuesta a la segunda otro periodista (y economista), Alejandro Bercovich.

Bercovich aportó otra clave: gil o chorro, Milei actuó como siempre: por fuera de la realidad real de los argentinos y con una lógica en la que siempre son unos pocos los que ganan y muchos los que pierden.