Con Héctor Morcillo
Secretario general de la Federación de Trabajadores de las Industrias de la Alimentación (FTIA) y del Sindicato de las Industrias de la Alimentación (STIA) de la provincia de Córdoba e integrante del Comité Estratégico de la UITA, Morcillo conversó con La Rel sobre los principales desafíos que se le presentan actualmente al movimiento sindical.
Daniel Gatti
16 | 05 | 2023
Héctor Morcillo | Foto: Gerardo Iglesias
La charla se dio en el marco de la XVI Conferencia Regional Latinoamericana de la UITA, que tuvo lugar en Sao Paulo entre el 8 y el 10 de mayo.
-¿Qué destacarías particularmente de esta conferencia?
-Creo que fue un acierto incorporar paneles que nos invitaran a reflexionar sobre las estrategias del movimiento obrero en momentos tan críticos como los que se están viviendo hoy en el mundo.
Cuando hablo de momentos críticos me refiero en primer lugar a la alta concentración del capital, un capital que es cada vez más financiero que productivo, lo que tiene graves consecuencias para el desarrollo económico de los países más vulnerables y lleva a una pauperización creciente de las clases populares.
En ese contexto, con pobres cada vez más pobres y ricos cada más ricos, el movimiento sindical tiene la responsabilidad en centrar el debate en la redistribución de la riqueza.
El empleo que se genera ahora es de baja calidad y mal remunerado, en momentos en que se está dando un avance tecnológico espectacular, como lo pudimos ver en esta conferencia con las exposiciones de los universitarios Ricardo Antunes y Ana María Araújo.
Esto obliga a un debate fundamentalmente político, no sólo técnico.
Otro gran desafío es cómo nos paramos en esa coyuntura de alta concentración económica quienes producimos alimentos para todo el mundo, un trabajo que es a menudo muy poco valorizado a pesar de que durante la pandemia nos declararon esenciales.
-Hablaste también sobre el avance del neofascismo.
-Sí, ese es el otro gran punto. Tengamos en cuenta que ese avance ya no se da a través de golpes militares, de golpes de Estado, como antes, sino a través del voto.
Me parece central que en su próximo congreso, en junio, en Suiza la UITA tome el tema de la defensa de la democracia y los derechos humanos como un eje de su accionar a nivel mundial.
Las derechas ya no lo ocultan: van por regímenes más autoritarios, por eliminar derechos, en especial del mundo laboral, por debilitar cualquier tipo de resistencia.
Lo dicen y lo hacen.
-Muchos reclamaron aquí en Sao Paulo un aggiornamento del sindicalismo.
-Tenemos necesidad de una nueva visión para encarar esos temas de los que hablábamos antes.
No solo hay que dar una pelea por salario digno, por buenas condiciones laborales. También por una redistribución justa de la riqueza. No podemos ser meros observadores de estos procesos, tenemos que involucrarnos políticamente.
-¿Hay consenso en la UITA para ir en esa dirección?
-Creo que sí. En las reuniones del Comité Estratégico, donde participan europeos, australianos, asiáticos se plantean básicamente los mismos debates que nos planteamos nosotros: concentración de la riqueza, autoritarismo, represión, flexibilización del mundo laboral, precarización, uberización del empleo.
El impacto de la guerra es evidente en todos lados, no solo en Europa, con el aumento de los precios de los alimentos, el militarismo, la aceleración del cambio climático.
De todas maneras, en América Latina tenemos que buscar nuestro camino. Desde el imperio (hablo de Estados Unidos, para que quede claro) a nosotros los latinoamericanos nos siguen cayendo con lo mismo: hagan el ajuste, vendan las joyas de la abuela (el litio, el cobre, el gas) y páguennos la deuda.
Estamos ante el dilema de conservar o perder soberanía.
Como Regional Latinoamericana tenemos la obligación de llevar estos temas a Ginebra. La oportunidad de ahora es que también ellos lo están viviendo.