Fue un 4 de agosto, y desde entonces esa fecha es celebrada en Argentina como el Día del Panadero.

La idea de Malatesta y Mattei era garantizar mejores salarios y condiciones laborales a los trabajadores del sector.

En 1888, los panaderos organizados iniciaron un reclamo a través de una huelga que duró más de 15 días y durante la medida usaron su producción como forma de protesta nombrándola irónicamente con términos relacionados a la Policía, el Ejército y la Iglesia, las tres instituciones aborrecidas por los anarquistas.

Así, hicieron referencia a los policías con los famosos “vigilantes”, al ejército con los “cañoncitos de dulce de leche” y a la Iglesia con las “bolas de fraile” o los “suspiros de monja”, entre otros.

Enildo Iglesias, secretario regional de la UITA para América Latina entre 1967 y 2000, un referente para muchos de los que compartimos con él tenía varios ejemplares de La conquista del pan, un libro del anarquista ruso Piotr Kropotkin, y lo obsequiaba.

En mi caso, me regaló el libro y me pidió que le avisara ni bien terminara de leerlo y que le resumiera lo que entendí del texto. Siempre buscó que los que los rodeábamos, aprendiéramos y creciéramos.

Gracias, querido Enildo.