En Asunción,
Trabajo decente
Las indecencias del empresariado paraguayo
El gobierno paraguayo busca atraer capitales en todo el mundo haciendo alarde de que aquí los inversores extranjeros no van a necesitar pagar salario mínimo, ni seguro social ni jubilación.
Alberto Acosta Garbarino, presidente de la Fundación Desarrollo en Democracia, afirmó en una entrevista con el diario ABC que Paraguay “tiene condiciones extraordinarias para atraer inversiones en el sector secundario”. Y lo ejemplificó en la capacidad en dar valor agregado a la materia prima y en el ensamblaje de la maquila.
Mi duda al leerlo es si “estas condiciones extraordinarias” para la inversión extranjera no son precisamente las facilidades que se les ofrece a los capitalistas foráneos para pagar poco, ya que aquí vienen por la existencia de una gran masa de obra barata.
Garbarino me saca de dudas: “Lo que el Paraguay tiene en la actualidad es una mano de obra de poca calificación”, dice. Y saca las consecuencias: “Con este nivel de calificación las empresas que vengan al Paraguay van a ser muy competitivas (ellas entre sí) debido a los salarios que darán, que van a ser relativamente bajos”.
Pero, ¿qué sucederá cuando -cansados de esos salarios bajos- los paraguayos exijamos otros, justos? Esto pasó en México, donde cuando los trabajadores exigieron lo justo, las empresas extranjeras se fueron, dejando a todos en la calle.
“La clave es que el sistema maquilador, si tuviera eventualmente que abandonar el país, dejará gente capacitada”, miente por otro lado el empresario.
Y aquí viene la urgencia principal: ¿acaso este es el estilo de la maquila, mera ensambladora, que repite miles de veces lo mismo, un trabajo siempre igual que convierte a los seres humanos en robots?
Pienso que la industrialización agrícola de nuestras materias primas, el dar a esos productos básicos valor agregado, es algo mucho más amplio que este régimen tradicional de maquila que nos propone Garbarino.
Rel-UITA
16 de octubre de 2013
