Me voy a servir para esto de las palabras del papa Francisco, pronunciadas en el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares en la ciudad de Santa Cruz, en Bolivia.
“¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad? Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.
Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global.
¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?
Si esto es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras.
Este sistema ya no se aguanta. No lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía San Francisco.
Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero, porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales.
La globalización de la esperanza, que nace de los pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia”.
Hasta aquí palabras del Papa.
Apliquémoslas a las elecciones municipales paraguayas del día 15.
Comencemos el cambio abandonando la compra venta de votos: los partidos los compran, los pobres los venden. De una plutocracia cambiemos a una democracia.