Lo entrevisté en diciembre de 2013. Hacía tiempo que no lo veía. El encuentro fue en su casa, un tanto alejada del centro de Santa Cruz, a unos doscientos quilómetros de Porto Alegre, un lugar calmo, en una tarde de verano amable y fresca como fue el trato de Dorval y su querida compañera de toda la vida.

Estaba muy delgado luego de un complicado problema de salud que lo tuvo a muy mal traer, pero como él sentenció: “…no era mi hora y aquí estoy con 78 años y 57 como tabacalero…”.

Allí me contó que desde muy niño trabajó en el campo junto a sus padres. Luego, en 1956, ingresó a la compañía Souza Cruz de la British American Tobacco, y llegó a ser uno de los funcionarios más antiguos de la transnacional, orgullo que no disimulaba.

Dorval tenía una manera “atropelada” de hablar, las palabras le salían a borbotones, con un inusual entusiasmo, un inconsciente esfuerzo de querer decirlo todo de un saque. El acento, un tanto extraño, tal vez viciado con el alemán que se hablaba en su casa y en casi todo rincón de Santa Cruz, muchas veces hacía difícil que se lo comprendiera.

“Fui presidente del Sindicato durante 15 años –1981 a 1996– y en 1992 fundé la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria del Tabaco (Fentifumo)”, destacó aquel día, exaltado en la improvisada rueda de mate en el fondo tranquilo de su casa.

Hoy llegó la noticia de su muerte, a los 80 años. Aquella tarde, lo recuerdo, sentenció: “mi vida es la vida sindical misma”.

Así fue y así te vamos a recordar: buena persona y sindicalista por siempre…

Haber creado recientemente la Coordinadora de Trabajadores del Tabaco del Mercosur, es nuestra mejor manera de honrar su legado y su amistad franca y leal.