En Montevideo,
Secretaría de Ambiente cordobesa rechaza estudio de Monsanto
Otra batalla ganada que no es la guerra
Foto: Nelson Godoy
Los vecinos de la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas no podían creer el martes 11 que habían ganado una nueva batalla contra la transnacional Monsanto, luego que la Secretaría de Ambiente de la provincia invalidara el estudio de impacto ambiental presentado por la transnacional para lograr la implantación de una gigantesca planta de acopio de semillas.
Según la Comisión Técnica Interdisciplinaria de la Secretaría, la documentación presentada por la empresa estadounidense "es insuficiente, reiterativa y no tiene la profundidad técnica necesaria para responder adecuadamente a los condicionamientos cursados".
Los “cuestionamientos cursados” tienen que ver fundamentalmente con la deposición de los residuos que generará la planta. En claro: qué va a hacer Monsanto con las toneladas de basura que producirá.
La resolución dice que “en el desarrollo del proceso productivo (pretendido) no se cumple con los requisitos básicos de gestión integral de residuos” y que “al no identificarse los impactos relevantes y sus consecuentes medidas de mitigación, el estudio presentado por la firma no puede considerarse como instrumento técnico válido que permita su correspondiente aprobación”.
El bloqueo fue progresivo
Comenzó por los camiones que llevaban materiales de construcción, y se fue extendiendo a medida que los activistas fueron siendo objeto de ataques cada vez más brutales, primero de la policía, después de patotas que contaban con la complicidad tácita de los agentes.
“Este es un triunfo muy grande de una movilización que empezó en julio de 2012, cuando se informó sobre la instalación de la empresa", dijo a la prensa Medardo Ávila, de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, que reúne a todos los movilizados.
En enero pasado, la justicia provincial había acogido una demanda de amparo presentada por los vecinos y grupos ambientalistas y ordenado suspender las obras hasta que Monsanto entregara un estudio de impacto ambiental, ese mismo que ahora fue rechazado.
"Esta planta es una amenaza muy grande para el pueblo de Malvinas Argentinas, que tuvo la dignidad de movilizarse y decirle que no a Monsanto y al gobierno cordobés, al anteponer a todo interés la salud y el ambiente", dijo Ávila.
“No bajar la guardia”
Los asambleístas saben que la resolución de la Secretaría de Ambiente no significa que la planta no se haga. “Es una segunda victoria en pocas semanas, pero tanto Monsanto como el gobierno provincial y el nacional siguen con sus planes”, dijo uno de ellos. “Hay que seguir con la guardia alta”.
El vocero de la transnacional, Adrián Vilaplana, lo dejó en claro. “Estamos en Córdoba por los próximos 200 años y eso nos obliga a actuar con la responsabilidad necesaria para cumplimentar desde el punto de vista ambiental todos los requisitos que las nuevas autoridades están exigiendo. (…) No decidimos hacer una planta de maíz por una temporada, es para abastecer una demanda creciente de semillas de maíz”, dijo.
Calibrando la intensidad de la resistencia que encontró, Vilaplana adaptó el cuerpo y dijo que ahora la empresa “va a barajar y dar de nuevo” y se tomará todo su tiempo para presentar un nuevo estudio de impacto ambiental: “estamos cambiando, nos hemos dado cuenta que este tema ha generado un nivel de tensión y conflicto que se puede sostener en el tiempo, necesariamente tenemos que entrar en una etapa de diálogo y de intercambio de opiniones”.
Al pasar, deslizó que, “lamentablemente”, la decisión de la Secretaría dejará sin empleo por tiempo indefinido a unas 200 personas contratadas vía tercerización por Monsanto para trabajar en la construcción de la planta.
“Cuando estemos operando serán 400 los puestos de trabajo creados y el triple en período de zafra”, insistió, como advirtiendo “vean lo que se están perdiendo”
Los empleos que se perderán y no
están en las cuentas de Monsanto
“Los mil y pico de empleos que generen no serán nada comparados con los que se perderán y sobre todo con las vidas que pueden perderse o dañarse para siempre si esto se concreta”, dijo tiempo atrás Sofía Gatica, animadora principal del grupo de Madres de Barrio Ituzaingó Anexo.
Una beba de Gatica, de apenas tres días, murió en 1999 por una insuficiencia renal agravada por las fumigaciones que a diario recibía ese pueblo cordobés rodeado de campos de soja transgénica made in Monsanto.
“Son los daños colaterales que produce este modelo”, llegó a afirmar la mujer que en 2012 recibió el premio Goldman, llamado habitualmente “el Nobel verde”.
Gatica es parte de los activistas que bloquean la planta de Malvinas Argentinas. “Podremos perder la vida, pero aquí Monsanto no se va a instalar”, declaró hace unos días.
Rel-UITA
13 de febrero de 2014
