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-Lo que generó el conflicto fue un cambio en los horarios de trabajo que lamentablemente no dependía apenas del Sindicato ya que la legislación laboral brasileña permite que la patronal tome esa determinación.
Pero lo que indignó a los trabajadores fue que la compañía se negara a negociar este cambio y simplemente lo impusiera.
Ante esta actitud, desde el Sindicato les dijimos que no aceptábamos esa imposición, que si lo hacían, paralizaríamos y así fue que el pasado 4 de enero los tres turnos de la fábrica de galletitas y pan dulce iniciaron una huelga con el propósito de presionar a Arcor a negociar la medida.
-¿Qué acatamiento tuvo la huelga?
-Hubo una muy buena adhesión, llegamos a 95 por ciento de los trabajadores paralizados durante los siete días.
-¿Qué lograron al finalizar el conflicto?
-Logramos una indemnización por el cambio de horarios que fue muy bien recibida y un incremento en el bono por presentismo de un 100 por ciento.
-¿Cómo evalúas todo este proceso?
-Fue complicado y extenuante, y si bien no pudimos evitar el cambio porque es legal, creo que sin dudas el Sindicato salió altamente fortalecido y dejamos un claro mensaje a la patronal: no hay crisis que nos vaya a amedrentar y no vamos a permitir que nos quiten derechos adquiridos ni que nos impongan resoluciones de forma unilateral.
Creo que esta vez Arcor entendió.