“Esta última adquisición cierra un ciclo de concentración del mercado cervecero en manos de AB-Inbev. Queda muy poco mercado por fuera de la propiedad de esta compañía que es prácticamente el cártel de la cerveza”, señala Siderlei.
Este tipo de políticas financieras que propician el oligopolio, son altamente perjudiciales para los consumidores porque aniquilan la competencia, imponiendo precios a su voluntad, dijo.
“No solo perjudican a los consumidores sino también a los trabajadores que en este sistema están a merced de los salarios que quiera pagar AB-Inbev, y ni hablar de los puestos de trabajo que se perderán con el cierre de fábricas, como se ha dado a lo largo de la historia de estas compañías”, destacó el sindicalista.
Siderlei recuerda que en 1999, cuando se fusionaron Antárctica y Brahma -creando Ambev- se cerró el 50 por ciento de las fábricas de cerveza en Brasil. Lo mismo ocurrió en otros países de la región, donde esta empresa monopoliza la producción de la cerveza.
“Hay un detalle que no es menor –resaltó– y se trata de cómo esta compañía ha logrado burlar las leyes antimonopólicas de los diferentes países en los que opera en detrimento de trabajadores y consumidores, lo que refuerza su estructura de cartel”.
SABMiller cuenta con unos 70.000 empleados en más de 80 países y factura anualmente más de 26.000 millones de dólares.
Por su parte, AB-InBev cuenta con 155.000 empleados y sus ingresos sobrepasan los 47.000 millones de dólares.