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Frigoríficos brasileños se retraen en Argentina
En Montevideo,
Brasil
OLIGOPOLIOS
Frigoríficos brasileños se retraen en Argentina
Grandes empresas brasileñas van limitando su presencia en el mercado argentino, entre ellas los frigoríficos, que en cinco años han reducido plantas y personal.
Es el caso de Marfrig, que recientemente anunció el cierre de dos de sus frigoríficos, y sobre todo de JBS Friboi, que hasta ahora tenía seis plantas y se ha quedado apenas con una operativa.
 
El achique obedece en parte a una realidad económica del sector en Argentina pero debe también mucho a la aceleración del proceso de concentración de la propia industria frigorífica en Brasil: semanas atrás se anunciaba la absorción de Marfrig por JBS, lo que incluía bienes de la primera en Argentina.
 
La nueva megaempresa, que abarcará en conjunto a unos 80.000 trabajadores, será no sólo la mayor del sector cárnico en el planeta sino la mayor del sector de alimentación, superando a Nestlé, y manejará un capital más voluminoso que el de otras transnacionales brasileñas como la petrolera Petrobras o la minera Vale do Río Doce.
 
Cuando “un gigante compra a otro gigante”, los trabajadores de ambos deben preocuparse de ser víctimas de un proceso de “enanización”, porque por lo general la operación se traduce en reducción de plantas y en despidos masivos, decía el 25 de junio a La Rel Siderlei de Olivera, presidente de la CONTAC brasileña.
 
Carlos Molinares, secretario de Organización de la Federación Gremial de Personal de la Industria de la Carne y Derivados, dijo sin embargo a La Rel que al retiro de Marfrig del mercado argentino habría que matizarlo. “Hemos pedido una reunión a la empresa. Habrá que ver”, afirmó.
 
El anuncio de cierre de dos de las plantas de Marfrig en Argentina “involucra en realidad a establecimientos que estaban de hecho cerrados”, como el de Vivoratá, en los alrededores de Mar del Plata, y el de la localidad de Pilar, ambos en la provincia de Buenos Aires.
 
“El resto de los frigoríficos de Marfrig aquí sigue funcionando y faena con relativa normalidad, dentro de las dificultades que tiene el mercado”, dijo.
 
Molinares reconoció que “sí es cierto que JBS cerró la mayoría de sus frigoríficos, conservando solamente el instalado en la ciudad de Rosario, y que ha achicado su presencia en el mercado, incentivando el retiro de personal y en algunos casos despidiendo”.
 
El 90 por ciento de los trabajadores de la planta que JBS tenía en Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe, decidió acogerse al retiro voluntario y Marfrig ofreció algo similar a sus empleados en Vivoratá.
 
Informes publicados en la prensa local en las últimas semanas dan cuenta del proceso de repliegue progresivo de los capitales brasileños en Argentina.
 
No es tanto que globalmente se vayan sino que ya no invierten como antes y no realizan megainversiones. En algunos casos, como el de los frigoríficos, sí hay un achique, decía un informe publicado en mayo por el diario La Nación.
 
A la inversa de lo que sucedió entre 2000 y 2010, período en que la presencia de empresas brasileñas en Argentina creció fuertemente (pasaron de 60 a 350) y las inversiones treparon (entre 2004 y 2011 sumaron 5.120 millones de dólares, superando a las españolas) lo que se nota ahora es un estancamiento, y en algunos casos una retracción.
 
El proceso afecta a casi todos los sectores, desde la minería -con el freno puesto por Vale a su megaproyecto Río Colorado- a la energía -con la venta de sus estaciones de servicio por Petrobras-, pasando por la alimentación.
 
El desembarco made in Brasil
 
Los frigoríficos brasileños llegaron a la Argentina en 2005, con la compra de Swift por JBS, el emporio dominado por la familia Batista, una de las más poderosas de Brasil. Desde entonces, entre JBS y Marfrig invirtieron en Argentina más de 500 millones de dólares en la adquisición de once establecimientos nacionales.
 
JBS compró seis plantas. Sólo le queda la de mayor tamaño, el ex Swift en la provincia de Santa Fe, que sigue siendo el más importante frigorífico del país.
 
Marfrig llegó a hacerse de cinco, entre ellos el fabricante de las hamburguesas Paty, que terminó cediendo a Brasil Foods (la nueva megaempresa surgida de la fusión de Perdigão y Sadia en 2011).
 
Pero ahora ambas están en retirada hacia otros mercados ganaderos, como el del vecino Uruguay, Australia y Estados Unidos, donde han comprado activos y, dicen, encuentran mejores condiciones para operar que en Argentina.  
 
Wesley Batista, el presidente de JBS, declaró en 2012 que su compañía “está soltando a la Argentina de a poco”, “desalentada” por la política económica del gobierno, al que acusa de “asesinar la industria de la carne”, por la alta inflación y por los elevados costos en dólares de su operativa.
 
Uno de los puntos de la política económica del Estado argentino que más molesta a los grandes empresarios brasileños son las trabas que encuentran para repatriar sus ganancias. “Nuestra presencia aquí ha dejado de ser rentable, estamos perdiendo dinero hace muchos años”, dijo un directivo local de JBS. Otro es el congelamiento de precios de algunos productos en los supermercados.
 
No son sólo los brasileños, son todos los inversores extranjeros los que ya no ven tan rentable como antes el negocio de los frigoríficos en Argentina, y cuando dejan de verlo así no tienen problema alguno en tomar sus petates y marcharse hacia otro lado, dijo el analista financiero Ignacio Iriarte
 
En 2007, recordó Iriarte, los inversores extranjeros controlaban en total 14 plantas exportadoras argentinas, con una faena de 1,74 millón de cabezas anuales, 12 por ciento de la faena nacional. 
 
Hoy “no operan ya capitales estadounidenses en el país y los brasileños han cerrado seis de las once plantas que operaban”. Y la faena de los frigoríficos extranjeros cayó al 5,70 por ciento del total en los primeros cuatro meses de 2013.
 
En particular desde 2009, apunta La Nación, un diario vinculado por lo demás al agronegocio, la industria frigorífica exportadora argentina en general “profundizó su crisis económica”, perdiendo en el camino  unos 12 mil empleos y bajando sus niveles de colocación de carne del 24 por ciento del total de lo faenado (cifra de 2005) a menos del 7 por ciento en 2013.
 
“Las empresas brasileñas siguen internacionalizándose, con el apoyo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), pero no hacia la Argentina. Aquí están en suspenso", afirma por su lado Dante Sica, ex secretario de Industria retornado al sector privado.
 
Sica sostiene sin embargo que Argentina continuará siendo un lugar privilegiado para la inversión brasileña y uno de los principales destinos de sus productos. “Sigue teniendo activos atrayentes y tiene buenas perspectivas de mediano plazo”, siempre y cuando, claro, su política económica se vuelva “más atractiva” para la inversión capitalista. “Puede que los empresarios brasileños estén esperando una devaluación del peso, como en 2002, pero más esperan señales de política económica más claras”, dice.
 
Pese a la tendencia global de retracción  no todas las empresas brasileñas del sector frigorífico siguen esa vía. La Nación  cita el caso de Brasil Foods, que no sólo se quedó con Paty, sino que en este 2013 pagó alrededor de 40 millones de dólares por el 30 por ciento que aún no controlaba de la avícola Avex. “Algo habremos visto a este mercado para apostar a él”, ironizó en mayo uno de sus directivos.
 
Todos estos procesos de concentración, retracción, desplazamiento de los gigantes brasileños tienen la particularidad de contar con el apoyo del banco estatal BNDES, señalaba Iriarte y recuerda también, desde un ángulo muy distinto, Siderlei de Oliveira. “Son operaciones que se están realizando con dinero público y sin ninguna garantía de contrapartida para los trabajadores”, remarca con razón el dirigente.
 
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Rel-UITA
11 de julio de 2013