

-Nací en Plasencia, en una familia de siete hermanos con una madre viuda. Cuando jugábamos a las casitas, yo siempre era la criada. Me hubiera gustado estudiar para auxiliar de clínica, pero a mí limpiar también me gusta, lo que no me gusta es el abuso.
-¿Cuándo empezó a trabajar?
-A los 14 años, limpiando, cocinando y cuidando niños en casa de una maestra. Pero pagaba poquísimo y a los 16 me subí a un autobús con destino a Lloret de Mar. Mi historia es la de muchísimas mujeres.
-¿Qué recuerda de su llegada a Lloret?
-¡Mi primer baño! Yo no conocía el mar. Soy del valle del Jerte y aprendí a nadar en el río. La primera vez que me metí en el mar, toda chula... ¡no sabía salir! Casi me ahogo.
-Era una niña.
-El primer año lloraba, pero luego le pillé el gusto a vivir en los hoteles, que entonces eran pequeños y los gestionaban familias catalanas. Iba a la playa por la mañana y llegaba al turno de mediodía con los chapetes (mejillas) colorados. Tenía muy buena relación con los turistas -que eran muy educados-, ganaba tres veces más que en Plasencia y en invierno cobraba el paro. El día que llegué a casa con unos Levi's causé sensación.
-Nada ver con las condiciones actuales.
-El trabajo se ha deteriorado de una forma horrorosa, igual que el perfil del turista, y estamos perdiendo nuestros derechos. Yo empecé haciendo 18 habitaciones, pero han ido subiendo: 20, 21, 22… ¡He llegado a hacer 30 habitaciones en una jornada! ¿Cómo vas a hacer 60 camas doblando las rodillas como te dicen en los cursos de ergonomía?
-Sus compañeras confiesan que desayunan con Ibuprofeno, Enantyum o Voltarén.
-Hay muchas mujeres con fibromialgia, y las que llevamos veintitantos años tenemos todas las mismas lesiones. Padecemos de las lumbares y las cervicales -yo tengo tocadas las vértebras L4-L5- y lo último que me han detectado es un desgaste de cartílago por sobrepeso. No solo limpiamos, sino que cargamos colchones, camas de hierro... y seguimos con mochos y cubos sin ruedas, como en los años 50.
-¿Usan productos tóxicos?
-La lejía está prohibida, pero se sigue usando porque es un blanqueador muy rápido. Las mujeres no llegamos a jubilarnos en este trabajo. Si fuéramos hombres, probablemente ya nos habrían hecho caso.
-Las Kellys nacieron para compartir experiencias y hacerse oír.
-A raíz de un artículo de Ernest (Cañada) titulado Las que limpian los hoteles nos reunimos unas amigas. Una propuso hacer un grupo de Facebook y a mí se me ocurrió ponerle Las Kellys, jugando con el título. Empezamos en agosto del 2014 y ya somos 814 trabajadoras de hoteles de toda España.
-¡Ni que estudiaran márquetin viral!
-¡Pero si yo no me aclaro ni con el móvil! De hecho, necesito urgentemente que alguna chica joven me ayude con el grupo.
-Se está convirtiendo en un referente para el colectivo. ¿Dará el paso a la política?
-Yo me metí en Comisiones Obreras -aunque no cojo horas sindicales, porque si lo hago sé que van a sobrecargar a mis compañeras- y apoyo lo que haga falta, pero en Las Kellys filtro mucho la política. Creo que nos van a hacer más caso como mujeres de la limpieza que como un tema sindical.