y de Mar del Plata a Miami
o con régimen de media jornada
Si bien no son todos, una gran mayoría de los empresarios trabajan en la delgada línea de la ilegalidad, cuando no la cruzan y vuelven permanentemente.
Ventajas para el evasor, el negrero y el farsante
Es normal que cuando llega un inspector que demoren en abrir la puerta, cuando no están encerrados porque en muchos lados se trabaja encerrado. Y cuando el inspector entra ve a un número de trabajadores muy inferior al que sin duda estaba laborando, teniendo en cuenta la producción visible. El resto, seguramente, fueron escondidos por el patrón, o salieron por otra puerta.
A veces son los mismos compañeros de adentro que nos alertan: “los sacaron por el fondo” o “están escondidos arriba en la casa del patrón”.
Muchas veces, cuando encontramos a esos trabajadores nos cuentan que están trabajando en negro, para no perder el subsidio que da el Estado por desempleo o por asignación universal. Y acá aparece la madre de todas las injusticias: la necesidad.
También se da que las declaraciones de los trabajadores no coincidan con sus recibos de sueldo.
¿Cuántas horas trabajas?, les preguntamos. Siete, responden. Pero estás anotado por cuatro…Y ahí empieza la gran tarea gremial de concientizar al trabajador y regularizar su situación.
Escenas así son muy comunes y muy difícil es combatir estos fenómenos en función de la debilidad y falta de compromiso del Estado.
Escenas del abuso cotidiano
Es cierto que existe una fuerte presión fiscal, pero también lo es que en los últimos tiempos nuestra industria creció, lo cual se evidencia en el nivel de vida de muchos empleadores que hoy lloran por la crisis y pasaron de “veranear en Mar del Plata a irse de shopping a Miami” y de “andar en un Renault 12 a conducir una 4x4”, como nos cuentan indignados compañeros cuando vienen a plantear su problema.
La vida del trabajador, sin embargo, no ha tenido una evolución similar. Pese a los acuerdos salariales y a las conquistas, siempre corregimos salario por inflación y aún no hemos tenido la oportunidad de crecer como merecemos dado el esfuerzo que hacemos y la ganancia que producimos.
Necesitamos un gobierno fuerte y del pueblo, un empresariado serio y responsable y una clase trabajadora unida, organizada y pujante.
No nos cabe duda que debemos ser “artífices de nuestro propio destino, y nunca instrumentos de la ambición de nadie”.
¡Que así sea!
NdE: Bienvenido pues, querido Mario. Tu anhelo de “una clase trabajadora unida,
organizada y pujante” es el de todos nosotros.