En Asunción
La pregunta de una niña filipina al Papa
“¿Por qué las niñas somos trabajadoras sexuales?”
Ilustración: Allan McDonald
¿Por qué las niñas somos trabajadoras sexuales? Esa fue la pregunta más dura que una niña le hizo llorando al papa Francisco en Filipinas, mientras lo abrazaba llorando. Y en el abrazo se unieron las lágrimas de Francisco con las de la niña.
En Filipinas, como en muchas naciones, las niñas son objetos de comercio sexual para atraer turistas. Paraguay no se libra de esta maldición.
Cuando fue el último Mundial de fútbol encontré datos sobre los ofrecimientos y reclutamientos en nuestra frontera de jóvenes para prostíbulos de Brasil. Lo denuncié.
Después del Mundial, no sé que se haya hecho ningún estudio sobre este problema social.
Este es el rostro más nefasto del turismo. Inclusive hay agencias que con el boleto del avión ya venden los servicios sexuales de estas chicas y chicos.
Desgraciadamente, este negocio abarca también a niñas de pocos años. Hay degenerados para todo.
Si se fijan encontrarán noticias de padres y madres que hablan de su hija desaparecida.
El robo de seres humanos es la manera moderna de proveerse, no de trabajadoras sexuales, sino de verdaderas esclavas a través de la trata de blancas, uno de los negocios más rentables a nivel internacional.
Personas con aspecto honrado tienen plata invertida en él.
Sé de grupos humanos y de cristianos que acompañan a estos trabajadores sexuales. Con todo respeto les ayudan en diversos aspectos.
También sé que en Paraguay hay otros que hacen todo lo contrario: engañan a las jóvenes para comerciar con su cuerpo y existen leyes a este respecto que ni se conocen ni se cumplen todavía.
Cuando fue el último Mundial de fútbol encontré datos sobre los ofrecimientos y reclutamientos en nuestra frontera de jóvenes para prostíbulos de Brasil. Lo denuncié.
Después del Mundial, no sé que se haya hecho ningún estudio sobre este problema social.
Este es el rostro más nefasto del turismo. Inclusive hay agencias que con el boleto del avión ya venden los servicios sexuales de estas chicas y chicos.
Desgraciadamente, este negocio abarca también a niñas de pocos años. Hay degenerados para todo.
Si se fijan encontrarán noticias de padres y madres que hablan de su hija desaparecida.
El robo de seres humanos es la manera moderna de proveerse, no de trabajadoras sexuales, sino de verdaderas esclavas a través de la trata de blancas, uno de los negocios más rentables a nivel internacional.
Personas con aspecto honrado tienen plata invertida en él.
Sé de grupos humanos y de cristianos que acompañan a estos trabajadores sexuales. Con todo respeto les ayudan en diversos aspectos.
También sé que en Paraguay hay otros que hacen todo lo contrario: engañan a las jóvenes para comerciar con su cuerpo y existen leyes a este respecto que ni se conocen ni se cumplen todavía.
Rel-UITA
3 de febrero de 2015