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Conversatorio sindical

Sueño que se sueña juntos

Este miércoles 23 se realizó el segundo capítulo del Conversatorio Sindical: Mujer y Género Diverso, que presentó en el mes de la visibilidad LGBTI una charla con la profesora Valeria Saraiva, del colectivo Familias por la Diversidad, de Bahía, Brasil.

“Sueño que se sueña solo es solo un sueño que sueña solo.
Sueño que se sueña juntos, es realidad”
(Preludio- Raúl Seixas)

Con una mirada diferente para muchas de las y los participantes de estos encuentros del Clamu, Valeria narró su experiencia personal como madre y ex esposa de una persona LGBTI.

Con su cálido acento bahiano y tono pausado cautivó a los más de 40 participantes del Conversatorio, que atentos escucharon una historia de superación.

Valeria comenzó cantando esa estrofa de la canción de Raúl Seixas como una analogía de su realidad de activista y madre de un hijo gay.

“Yo me creía una educadora completamente deconstruida, abierta, hasta que descubrí que mi hijo menor era homosexual”, dijo.

Recuerda que por al menos un año y medio sintió un rechazo hacia su hijo que le impedía manifestarle cualquier tipo de afecto.

“Yo era evangélica, y en esta religión ser homosexual es pecado, es considerado antinatural y yo tenía toda esa serie de prejuicios, a pesar que creía que no”, señala.

“Un día estábamos viendo la tele y mi hijo, en ese entonces de 14 años, me preguntó cuándo había decidido yo ser heterosexual. Le respondí enojada: ¿Pero tú eres tonto? Yo no decidí ser heterosexual, yo nací así’. Entonces mi hijo se fue a su habitación repitiendo: ‘Ella no eligió ser hetero, ella nació hetero’, y en ese momento me di cuenta de lo que había hecho”.

Una condición

Valeria contó que esa noche lloró y lloró, sintió mucha culpa y no pudo hablar del tema con su hijo hasta el día siguiente.

“La homosexualidad no es una decisión, no nos levantamos un día y decimos ‘hoy me hago homosexual’. Es una condición”, reflexiona.

Pasado ese momento y por recomendación de su hijo entra en contacto con el colectivo Madres por la Diversidad.

Se suma a él, pero al percibir algunas limitaciones que el grupo imponía decide escindirse y conforma, junto a otra gente, Familias por la Diversidad, que actualmente apoya, asesora y ofrece un espacio para todas aquellas personas LGBTI que por la razón que sea tienen que irse de sus casas.

Al abrigo

El colectivo participa en la gestión de una residencia transitoria, “Casa Aurora”, donde durante un máximo de seis meses −porque la capacidad de la casa es pequeña− 11 personas LGBTI cuentan con alojamiento, asistencia médica y psicológica, además se ofrecen cursos en oficios que les permitan una salida laboral.

“Este proyecto fue una iniciativa de la Asociación de Diversidad e Inclusión de Bahía, de la cual participamos”, explica Valeria, y agrega que se trata de “un espacio muy importante, porque a muchas personas LGBTI les cuesta enormemente enfrentar a sus familias o que sus familias los acepten”.

“En nuestro colectivo apoyamos principalmente a las familias y buscamos que la persona vuelva a su hogar. No siempre lo logramos, pero es lo que buscamos”, afirmó.

A desaprender

La historia fue tan bien narrada que el tiempo del Conversatorio pasó muy rápido y acortó la instancia en que las y los participantes podíamos hacer preguntas a Valeria.

Más que preguntas, lo que hubo fue agradecimiento y el relato de algunas experiencias personales. Como siempre las dos horas de reunión resultaron pocas para lo mucho que había para conversar e intercambiar.

Sin embargo, estoy convencida que de este nuevo encuentro virtual nos fuimos con una visión más amplia de valores como respeto y empatía, y sobre todo de aquello que aún nos falta por aprender, o quizá por desaprender, de ciertas conductas discriminatorias enquistadas en la sociedad.

También estoy convencida que vamos en el camino correcto.