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A 46 años del golpe de Estado en Argentina
Con Jair Krischke

Nunca bajar la guardia

Lo peor que se puede hacer es considerar que aquello terrible que pasó hace medio siglo es irrepetible, dijo a La Rel el presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil Jair Krischke.

Daniel Gatti | Rel UITA

24 | 03 | 2022


Paseo de la Memoria presidente Néstor Kirchner | Atilra- Sunchales | Foto: Gerardo Iglesias

A 46 años precisos del inicio de una de las dictaduras más sangrientas de la historia latinoamericana reciente, Krischke subrayó que el ascenso actual de la extrema derecha en todo el mundo muestra que el retorno de los brujos es siempre posible.

Los contextos son distintos, y hoy no parece haber condiciones en América Latina para que se instalen dictaduras del tipo de la que se instaló en Argentina el 24 de marzo de 1976 y en el resto de los países del Cono Sur por la misma época, pero las cosas cambian muy rápidamente y no hay que dormirse en los laureles, dijo Jair.

Hace unos años era cosa de minorías muy reducidas que en los países latinoamericanos alguien se presentara como “de derecha” y lo hiciera con orgullo.

Hoy sí lo es, tanto por aquí como por países con memoria relativamente reciente de fenómenos como el nazismo o el fascismo.

Hay un crecimiento exponencial de la extrema derecha en Italia, España, Francia, y es una extrema derecha “sin complejos”, que además encuentra fuentes de legitimación en los medios de comunicación, constató Jair.

“Cuando eso se junta con un panorama económico y social de crisis, de caída del nivel de vida de la gente, de alta desocupación se crea un contexto desfavorable para el desarrollo de democracias efectivas. Hay que tener ojo”.

Combatir al olvido

Krischke, también apuntó al escaso conocimiento que tienen las generaciones más jóvenes de lo sucedido décadas atrás.

“Hay que insistir en recordar lo sucedido. No parar. Muchas veces los más veteranos fallamos en la transmisión de memoria y eso también es peligroso”, dijo.

No vinieron de la nada las dictaduras, hubo sectores económicos que las promovieron, de aquí y de afuera, y militares que las ejecutaron, que a su vez habían sido formados en el extranjero (en Estados Unidos, en Francia). “Todo eso hay que enseñarlo, recordarlo”, insistió.

Refiriéndose al caso argentino, dijo que algo positivo que constata en ese país es que la sociedad tiene una “extraordinaria capacidad de movilización”, algo que no se da en Brasil.

Destacó en ese sentido el trabajo de hormiga realizado durante larguísimos años por las organizaciones argentinas de defensa de los derechos humanos, que permeó hacia otros sectores.

Pero todo es de una extrema fragilidad y el Nunca Más acaso sólo un deseo.

En resistencia

En la década de 1970 y comienzos de los 80, al frente del MJDH, Jair salvó de una muerte probable a cientos de refugiados provenientes de Argentina, Chile, Brasil y Uruguay.

“El hombre que rescató 2.000 vidas”, lo llamó un diario brasileño.

Hoy, a los 83 años, sigue básicamente en la misma. Denunciando, planteando movilizaciones por temas ambientales, laborales, solidarizándose con viejos y nuevos luchadores, a menudo en contacto con la Rel UITA, de la que es asesor en derechos humanos.

“Aquí estoy, en resistencia”, dice cuando se le pregunta a la distancia cómo éstas.