Cuando la humanidad era nómada y no existía el deseo de poseer, la lucha era para sobrevivir ante las fuerzas desconocidas e incomprendidas de la naturaleza, los animales, la muerte misma.
Al nacer la delimitación de la propiedad surge también el deseo de posesión exclusiva de todo aquello que se encontraba dentro del metro cuadrado delimitado, entre lo que se incluyó a todo ser viviente que no fuera un hombre adulto, que pasó a ser el poseedor y el líder.
Las mujeres son relegadas a las tareas de cuidado, a los servicios y por supuesto a la producción y reproducción de la fuerza de trabajo; empiezan para ellas las jornadas interminables de trabajo, y la definición de la maternidad como finalidad primaria y última.
Aquellas que se rebelaron ante la explotación y sumisión que los hombres les imponen comienzan a sufrir todo tipo de represión y violencia física, sexual, emocional, patrimonial.
A lo largo de la historia se puede observar las múltiples formas de dominación y violencia, hasta la muerte, que han sufrido las mujeres.
Durante la Santa Inquisición las mujeres más curiosas y agudas, las mujeres de ciencia, que descubrieron los usos que tenían las hierbas, observaron los movimientos lunares y de las mareas y supieron controlar los procesos reproductivos de sus cuerpos fueron llamadas brujas.
A estas hijas del mal, hijas del diablo, había que exterminarlas pues se estaban convirtiendo en una fuerte amenaza para el poder que los hombres líderes de entonces.
Decidieron entonces quemarlas en espacios públicos, no sin antes torturarlas y violarlas, para que no quepan dudas de que eran producto del diablo y por lo tanto no tenían calidad de humanas
También hoy aquellas mujeres que luchan por sus derechos, por la defensa del ambiente, por una vida libre de violencia, por un trabajo en condiciones dignas, son neutralizadas.
La violencia y la humillación sigue siendo la mejor forma de callar a todo aquel que critica al sistema androcéntrico y machista.
A medida que las feministas crecieron en número y en calidad de conciencia, ese sistema se vio fuertemente amenazado, denunciado y combatido.
Brujas de este siglo, las feministas abren los ojos de otras mujeres y reciben con los brazos abiertos a aquellos hombres nuevos que han tomado conciencia de lo hermoso y beneficioso que es para todos y todas una sociedad en igualdad y una vida libre de violencia.
La pasada semana, entre el 23 y el 25 de noviembre, se llevó a cabo el XIV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), uno de cuyos principales objetivos es discutir sobre los avances y desafíos de las políticas de género y la atención de la violencia de género y/o doméstica.
Bajo el lema de “Diversas pero no dispersas”, alrededor de 2.000 mujeres de América Latina y el Caribe e internacionalistas del mundo se reunieron en Montevideo para mostrar que las distintas expresiones feministas contribuyen al fortalecimiento de la democracia.
El primer EFLAC se realizó en 1981 en Bogotá, Colombia, y desde entonces se realiza cada tres años en diferentes países. Uno de sus logros fue la proclamación del 25 de noviembre como Día Internacional de lucha contra la Violencia hacia las Mujeres.