Esas personas, dijo en Lima el lunes 3 este experto de vasta experiencia en temas de derechos humanos y misiones en varios países, “sufren de criminalización, acoso judicial, estigmatización, intimidación y uso excesivo de la fuerza policial durante las protestas sociales”.
Cajamarca, Piura, Cusco, Ucayali y Madre de Dios son las regiones en que esos ataques se verifican con mayor fuerza.
Se trata de zonas donde “los conflictos sociales y ambientales están intrínsecamente vinculados a patrones sistémicos de discriminación y a modelos de explotación de recursos naturales no sostenibles, a costa de los derechos de las comunidades afectadas y del medio ambiente”, explicó.
Durante su permanencia en Perú, el experto de origen francés, ex director general de Amnistía Internacional en su país, se reunió con alrededor de 450 personas vinculadas a la lucha por los derechos humanos. Cuatro de cada diez fueron mujeres, como son mujeres buena parte de quienes padecen estos ataques.
El relator consideró positivas algunas medidas tomadas por el gobierno peruano, como el Plan Nacional de Derechos Humanos, pero sostuvo también que entre quienes vulneran los derechos de los activistas sociales hay “actores estatales” que actúan en complicidad con intereses privados.
Denunció asimismo la inexistencia de mecanismos de consulta previa a las poblaciones locales sobre megaproyectos que afectan sus condiciones de vida.
“La creciente presión sobre los recursos naturales hace que los defensores y defensoras de derechos humanos corran un gran riesgo de ser afectados por agentes no estatales, como empresas y redes delictivas”, dijo.
“Las defensoras de derechos humanos, que abogan por los derechos sexuales y reproductivos y los derechos de las personas LGBTI también enfrentan ataques de grupos conservadores y religiosos. Los periodistas que revelan escándalos de corrupción también son blanco de ataques”.
Forst manifestó su preocupación por el hecho de que “los funcionarios del Estado, las empresas privadas y los medios de comunicación no entiendan realmente quiénes son los defensores y defensoras de derechos humanos”.
“Debe reconocerse el papel vital de quienes defienden los derechos humanos y con ello contribuyen a la sociedad”, señaló.
Por el contrario, esas personas son a menudo estigmatizadas y tratadas como “terroristas”, “enemigas del desarrollo” o, en el caso de las mujeres, como “feminazis”.
Como todos los relatores especiales del sistema de derechos humanos de la ONU, Forst es un experto independiente no remunerado que actúa por iniciativa propia.
NdelE: Agradecemos a Julie Duchatel su colaboración.