Tras recordar que la agricultura familiar representa a “casi el 80 por ciento de los agricultores y produce aproximadamente la mitad de la fruta y verdura que se consumen” en Argentina, Elver afirma que el gobierno de su país, en vez de apoyarla está promoviendo “aún más la agricultura industrial orientada a la exportación, principalmente de soja y maíz”.
Una muestra esas opciones, dice, ha sido el despido unos 500 trabajadores y expertos del Ministerio de Agroindustria.
“La adopción de estas políticas en medio de una severa crisis económica, que ya aumentó significativamente la pobreza y redujo la capacidad de compra de los pobres, intensificará el impacto sobre la realización del derecho a la alimentación en Argentina”, escribe la experta.
“En situaciones de crisis con una inflación extremadamente alta, las personas que ya son vulnerables -como los campesinos que no poseen tierras, los trabajadores agrícolas, los migrantes y pueblos originarios- sufren más, y el medio de subsistencia de muchos está en riesgo”.
Elver recorrió varias zonas del país, reuniéndose con representantes de campesinos y de comunidades indígenas desplazadas de sus tierras.
En un país que afirma producir alimentos para 450 millones de personas y que fuera considerado el granero del mundo, “casi cuatro millones de sus propios ciudadanos enfrentan una seria inseguridad alimentaria”.
“Observo que un creciente número de personas va a comedores o se salta una comida y que los niños se ven forzados a depender de los comedores escolares para su comida diaria”, dijo.
La experta apunta al actual modelo de desarrollo agrícola.
“La agricultura industrial está causando tasas de deforestación peligrosamente altas, con cifras cercanas a los 27 millones de hectáreas por año.
Además, el fuerte aumento en el uso de agroquímicos, incluido el glifosato, contamina el agua y el suelo. Se ha demostrado científicamente que estos productos químicos tienen un impacto serio, hasta letal, en la salud humana.”
“Debería calcularse el verdadero costo a largo plazo de la agricultura industrial, principalmente el impacto social y económico en las personas, como así también su efecto adverso sobre los recursos ambientales y la diversidad biológica, y no solo debe considerarse la rentabilidad y el crecimiento económico a corto plazo”.
Argentina tiene la mayor tasa regional de consumo de alimentos ultraprocesados. “Como resultado, casi el 60 por ciento de los argentinos tienen sobrepeso o son obesos, incluido un 40 por ciento de niños, lo que los hace más susceptibles a enfermedades como la diabetes”.
La relatora especial de la ONU también observó in situ experiencias positivas que demuestran que otras prácticas agrícolas son posibles.
“Durante una visita a la zona del Gran La Plata, vi cómo -a bajo costo- un grupo de agricultores en una superficie modesta producía una ‘cosecha milagrosa’ de verduras saludables y libres de plaguicidas.
Estos métodos de producción deberían tener mucho más peso en el diseño de la política agrícola argentina”, escribió.
La ONU señala que “las observaciones y recomendaciones de la Relatora Especial serán presentadas ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en marzo de 2019”.