AGRICULTURA

Muertes hormonalmente programadas

Un informe de la OMS y el PNUMA confirma que existe evidencia de los efectos nocivos de los disruptores endócrinos sobre la salud humana

El genocidio más tolerado de la historia
Muertes hormonalmente programadas
Un reciente informe publicado por la OMS y el PNUMA confirma que existe más y mejor evidencia de los efectos nocivos de los disruptores endócrinos en la salud humana y la fauna silvestre. Sus alcances devastadores y su verdadera magnitud son aún ignorados 
Si bien los organismos de la ONU aclaran desde el principio del reporte que “no se trata de una posición oficial o institucional de las Naciones Unidas o de cualquiera de sus organismos”, aceptan que sí han participado en su elaboración y difusión.
 
Este tipo de paraguas parece imprescindible para protegerse de las reacciones veladas de las burocracias internacionales y de los intereses de las corporaciones, aunque deja planteada una inquietante pregunta: ¿para qué existen estas instituciones si no pueden hacer suyas las investigaciones que encargan y difunden? Y otra aún más inquietante: ¿quién protege al planeta expuesto a un sistema de contralor casi inexistente que le otorga prácticamente un pase libre a las corporaciones?
 
A pesar de esta incertidumbre, se debe reconocer que el informe aporta mucha información valiosa.
 
Un origen tímido y un
paso adelante
 
Siguiendo una recomendación surgida en 1997 desde el Foro sobre Seguridad Química y Ambiental del Grupo de los Ocho concerniendo los Disruptores Endócrinos Químicos (DEQ), la OMS, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la OIT, desarrollaron en 2002 un informe titulado “Evaluación Global del Estado de la Ciencia sobre los Disruptores Endócrinos”.
 
La conclusión general de ese trabajo fue que si bien estaba claro que ciertos químicos ambientales pueden interferir en los procesos hormonales, no había aún evidencia concluyente de que la salud humana estuviese siendo afectada adversamente como consecuencia de la exposición a esos químicos. “No obstante –afirmaba el informe– sí hay evidencia suficiente para concluir que provocan efectos adversos en ciertas especies animales. Pruebas de laboratorio confirman esta conclusión”.
 
El tímido documento terminaba no obstante recomendando una investigación más profunda, colaborativa e internacional.
 
El resultado es el reporte divulgado recientemente en el cual se explica que “Varios informes publicados recientemente por la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos (2009), la Comisión Europea (2011) y la Agencia Europea para el Medio Ambiente (2012) afirman que hay evidencia emergente de efectos reproductivos adversos (infertilidad, cáncer, malformaciones) como consecuencia de la exposición a los DEQ”.
 
Todo un cambio. Y sigue el informe: “En 2012 -una década después del informe anterior de 2002-, el PNUMA y la OMS, en colaboración con expertos internacionales, dieron un paso adelante sustentando el desarrollo de un documento completo sobre disruptores endócrinos incluyendo la información científica sobre sus impactos en la salud humana y la fauna silvestre, así como las principales conclusiones científicas”.
 
Una lista escalofriante
de asesinos seriales químicos
 
Un vistazo por lo que el informe identifica como “Principales preocupaciones”:
 
1) La humanidad y la fauna dependen de su habilidad para reproducirse y desarrollarse normalmente. Esto no es posible sin un saludable sistema hormonal.
 
Tres vertientes de evidencia marcan los principales problemas de disrupción endócrina.
 
a) La elevada incidencia y las tendencias crecientes de casos de trastornos relacionados con el sistema endócrino en los seres humanos.
 
b) Las observaciones de efectos adversos de los disruptores en la fauna.
 
c) La identificación en laboratorio de sustancias químicas con propiedades de disrupción endócrina
 
2) Algunas enfermedades y trastornos vinculados a los disruptores endócrinos están en aumento.
 
a) Vastas proporciones (más del 40 por ciento) de la población joven de algunos países exhiben una baja calidad en su semen.
 
b) La incidencia de malformaciones genitales, como testículos que no descienden o malformaciones peneanas, registran un incremento en el tiempo o se han estabilizado en tasas elevadas.
 
c) La incidencia de complicaciones en el embarazo, como partos prematuros y bajo peso de los recién nacidos, ha aumentado en muchos países.
 
d) En algunos países, una gran cantidad de niños y niñas se ve afectada por desórdenes neurocomportamentales asociados con disrupción endócrina a nivel de la glándula tiroides.
 
e) Las tasas globales de los casos de cáncer relacionados con el sistema endócrino (mama, endometrio, ovarios, próstata, tiroides y testículos) han estado creciendo permanentemente en los últimos 40-50 años.
 
f) Se registra una tendencia al desarrollo más temprano del pecho de las niñas en todos los países donde esto se ha estudiado. Esto constituye un mayor riesgo de cáncer de mama.
 
g) La prevalencia de la obesidad y de la diabetes tipo 2 aumentó dramáticamente a nivel global en los últimos 40 años. La OMS estima que en el mundo existen 1.500 millones de adultos excedidos de peso u obesos, y la cantidad de afectados por la diabetes tipo 2 aumentó de 153 millones a 347 millones entre 1980 y 2008.
 
3) Cerca de 800 sustancias químicas causan -o son sospechosas de causar- interferencias en los procesos hormonales. Sin embargo, sólo una pequeña cantidad de estos químicos ha sido investigada mediante estudios capaces de identificar posibles efectos endócrinos en organismos intactos.
 
a) La enorme mayoría de los químicos actualmente de uso comercial nunca fueron investigados.
 
b) Esta laguna de información hace lugar a incertidumbres significativas acerca de la verdadera extensión del riesgo de los químicos potencialmente disruptores del sistema endócrino.
 
4) La humanidad y la fauna están expuestas en todo el mundo a los disruptores hormonales.
 
a) Se han identificado nuevas fuentes de exposición humana a los disruptores endócrinos, además de los alimentos y el agua.
 
b) Comparados con los adultos, los niños pueden estar más expuestos a estos químicos, por ejemplo por su mayor interacción entre mano y boca y su mayor actividad metabólica.
 
5) La velocidad con la cual se ha producido este aumento de la incidencia de las enfermedades citadas, descarta a las causas genéticas como su única explicación plausible. El medio ambiente y otros factores no genéticos. Incluyendo alimentación, edad de la madre, enfermedades virales y exposición a químicos también intervienen, pero son difíciles de identificar.
 
A partir de esta constatación el informe explica que muchos casos de testículos encriptados (que no bajan) están asociados con exposición a diversos químicos como DDT, DDE, PCBs, y a la exposición a agrotóxicos durante el embarazo.
 
Los PCBs también aparecen relacionados con muchos cánceres de mama, de próstata y con problemas de desarrollo cerebral, y los disturbios comportamentales como el déficit atencional y la hiperactividad están sobrerepresentados en las poblaciones con elevada exposición a los pesticidas organofosforados.
 
Se informa también sobre alto riesgo de cáncer de próstata en casos de exposición ocupacional a agrotóxicos, PCBs y arsénico.
 
El informe reseña diferentes impactos de los DEQ que se han podido detectar en la fauna silvestre y en el medio ambiente, afirmando que es muy probable que la presencia de estos químicos haya contribuido de manera concreta a la declinación de algunas especies.
 
“Los métodos consensuados y validados internacionalmente para la identificación de disruptores endócrinos capturan apenas una parte limitada del espectro conocido de los efectos disruptivos endócrinos. Esto aumenta la posibilidad de que los efectos nocivos en los seres humanos y la vida silvestre estén pasando desapercibidos”, expresa el documento.
 
Y agrega: “Para un amplio rango de efectos en la salud humana, como desórdenes reproductivos en la mujer y cánceres de origen hormonal, no existen modelos de laboratorio viables. En gran medida, esto dificulta avanzar en la comprensión de la verdadera magnitud de los riesgos”.
 
En sus conclusiones, el reporte establece que “los DEQ tienen la capacidad de interferir en el desarrollo y las funciones de tejidos, órganos y con sus funciones, y por eso son susceptibles de provocar diferentes enfermedades a lo largo de la vida. Es una amenaza global que debe ser resuelta”, concluye.
 
A menudo la realidad supera la ficción más descabellada. La actitud de no tomar partido de la OMS y del PNUMA ante esta denuncia escandalosa me hizo recordar la anécdota que hace algún tiempo nos relató Win Polman, funcionario de la FAO. Decía la historia que en Guatemala la FAO decidió ayudar a una comunidad campesina con poco ganado y les regaló un hermoso toro, un verdadero “torazo”.
 
Pocos meses después los campesinos se quejaron de que el animal era inútil, no atendía a las vacas y parecía indiferente. Los técnicos respondieron que el “toro de la FAO”, era “un observador”.

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DEQ-3-610