Francia | POLÍTICA | ANÁLISIS
Jean Luc Mélenchon y su Francia Insumisa
Un derrotado triunfador
No fue sorpresivo: en la vuelta decisiva de las elecciones presidenciales francesas, el domingo 24, se enfrentarán un candidato de derecha liberal, Emmanuel Macron, y la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen. Lo que sí sorprendió fue la fuerza adquirida por el partido de izquierda Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon, que se quedó a un pasito de pasar al balotaje.
Daniel Gatti
12 | 04 | 2022
Foto: El País, España
Según los resultados definitivos de la primera vuelta, el actual presidente Macron obtuvo un 27,8 por ciento de los votos, Le Pen el 23,1 y Mélenchon el 22.
Poco más de 400.000 votos separaron a la ultraderechista del dirigente de Francia Insumisa, que consiguió un resultado histórico en varias décadas para una fuerza situada a la izquierda del socialdemócrata Partido Socialista.
La Unión Popular, el lema bajo el cual se postulaba Mélenchon, se quedó con el grueso del electorado de una izquierda atomizada y peleada.
El resto de los partidos del universo progresista se negó a apoyar al único de ellos que aparecía con posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Es más: lo insultaron llamándolo “pro ruso” o “pro Putin” simplemente porque afirmó que en la guerra de Ucrania se enfrentan imperios y propuso la salida de Francia de la OTAN.
Así les fue: Anne Hidalgo, intendenta de París, tuvo el menor resultado jamás cosechado por candidato socialista alguno (1,7 por ciento), el comunista Fabien Roussel apenas llegó al 2,5 y el verde Yanick Jadot no alcanzó el 5.
“Una nueva página del combate se abre acá. Aquí está la fuerza”, dijo el domingo el exultante Mélenchon, principal referente de una Unión Popular que planteaba también la semana laboral de 32 horas, una reforma constitucional para democratizar la política francesa y otra serie de propuestas “de corte eco-socialista”, según se definía.
Eso sí: la elección demuestra la derechización de la sociedad francesa. Sumando los votos de Le Pen y el polemista Eric Zemmour la ultraderecha supera el 30 por ciento.
Y si se le agregan los votos de otros candidatos que no se reconocen bajo etiquetas ultras pero que manejaron un discurso tan duro como el de Le Pen o Zemmour, por ejemplo en materia de seguridad o de xenofobia, van más allá del 35.
Macron y Le Pen ya se enfrentaron en el balotaje en las elecciones pasadas, en 2017, pero entonces al futuro presidente, que se presentaba bajo ropajes moderados (había integrado el gabinete del socialista François Hollande), le resultó relativamente fácil aplastar a la dirigente de la Agrupación Nacional (RN). La duplicó en votos: 66,1 a 33,9 por ciento.
La izquierda, excluida por segunda vez en el siglo XXI de un balotaje presidencial (la primera vez había sido en 2002, cuando Jacques Chirac se enfrentó al padre de Marine, el ex paracaidista Jean Marie Le Pen) aceptó entonces contribuir a un “cordón sanitario” para bloquearle el camino a la ultraderecha.
Pero pasó el tiempo y hubo un doble movimiento paralelo: por un lado, desde el gobierno Macron llevó a cabo una política muy lejana al “centrismo” preconizado: neoliberal, represiva. Un gobierno de ricos y empresarios para ricos y empresarios.
Hechos marcantes de su gestión fueron la supresión de impuestos a los más ricos y la reducción de los pagados por las empresas, una reforma laboral que recoge las posiciones de las patronales y la salvaje represión a los “chalecos amarillos”, el mayor movimiento social registrado en Francia en muchos años, que se extendió a lo largo de todo un año.
Y, por otro, Marine Le Pen se esforzó por “desdiabolizar” la imagen del partido fundado por su padre: le cambió el nombre (de Frente Nacional a Agrupación Nacional), abandonó el antisemitismo (lo remplazó por un antiislamismo duro), suavizó sus ataques a homosexuales y feministas.
Y sobre todo se preocupó por llegarle a los sectores populares a partir de un discurso contra las elites que no excluyó la apelación a la intervención del Estado para “proteger a los más débiles”, como hicieron los neofascistas de La Liga italiana dirigida por Matteo Salvini.
El domingo pasado fue hacia Le Pen el grueso del voto obrero y de los trabajadores por cuenta propia, así como fue hacia Macron el grueso de los electores pertenecientes a las clases más acomodadas y Mélenchon triunfó entre los desempleados.
Por franjas de edad, la Unión Popular se quedó con buena parte de los electores jóvenes, el presidente lo hizo entre los de 60 para arriba y Le Pen entre los de 35 a 49. Mélenchon ganó a su vez en cinco de las seis principales urbes (Macron lo hizo en París).
Agricultores, obreros y empleados compusieron lo esencial del altísimo 27 por ciento de franceses que no fueron a las urnas, (4 por ciento más que en 2017).
Al electorado que se inclinó por la llamada “izquierda radical” hoy se lo están disputando tanto el liberalismo como la ultraderecha.
Macron le promete “pausar” su proyecto de reforma de la seguridad social, que lanzó en 2019, retiró durante la pandemia y volvió a proponer el año pasado. Un proyecto que comprende, por ejemplo, retrasar la edad de jubilación a un mínimo de 65 años y que supone una rebaja del monto de las pensiones. También le promete “defender las libertades”.
Le Pen se está presentando ahora a su vez como “la candidata de la justicia social”, diciendo que un elector de Francia Insumisa “jamás puede apoyar a un candidato que quiere reformar la seguridad social para perjudicar a los más pobres”.
Mélenchon dijo el domingo por la noche, y repitió tres veces (“para que quede bien claro”) que “jamás un voto de la Unión Popular puede ir hacia Le Pen”.
Pero había dicho también antes de la elección que poco separa a Macron de Le Pen. “El programa de Macron es como el de Le Pen más el menosprecio de clase y el de Le Pen es como el de Macron más el menosprecio de raza”, había afirmado el líder de Francia Insumisa.
Los especialistas en sondeos no descartan una fuerte abstención entre los electores de primera vuelta de la Unión Popular que perjudicaría esencialmente a Macron. También de parte del electorado comunista y ecologista.
Aunque todos pronostican una victoria del actual presidente, piensan que será muchísimo más estrecha que en 2017: oscilan entre 55-45 por ciento y 51-49 en favor de Macron.
“Es horrible que la extrema derecha crezca y pueda arañar la presidencia, pero ahora contamos con bases para empezar a remontar desde la izquierda sobre bases muy distintas a las que la hegemonizaron en décadas pasadas”, dijo el domingo un dirigente de Francia Insumisa.