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Un siglo de una gesta invisibilizada

Cuando cinco prostitutas dijeron no a militares masacradores

El 17 de febrero de 1922 cinco prostitutas decidieron no acostarse con un grupo de militares que venían de masacrar a 1.500 asalariados rurales de la Patagonia, en los confines de Argentina.

Daniel Gatti


Maud Foster, una de las protagonistas de la rebelión y las artistas visuales que las encarnan en la performance que les rinde homenaje. | Foto: Página 12

“Nunca nos acostaremos con asesinos”, clamaron las trabajadoras sexuales del prostíbulo La Catalana, en San Julián, provincia de Santa Cruz.

Se llamaban Consuelo García, Ángela Fortunato, Amalia Rodríguez, María Juliache y Maud Foster. Paulina Rovira, la regenta, las apoyó, y todas expulsaron a escobazos a los uniformados.

Los militares pretendían festejar la matanza colectiva, ordenada por el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen, que sin embargo se pretendía popular.

“Servimos a la patria”, proclamó uno de los oficiales tras los fusilamientos de trabajadores de estancias en huelga.

Los hechos fueron relatados por Osvaldo Bayer, periodista e historiador que rescató en libros y artículos las gestas del movimiento obrero argentino, en particular de los anarquistas.

“Esas mujeres fueron los únicos seres que tuvieron la valentía de calificar de asesinos a los autores de la matanza de obreros más sangrienta de nuestra historia”, escribió Bayer.

Este jueves 17 la Comisión Putas de San Julián, que reúne a grupos feministas, colectivos de artistas y organizaciones LGBTI, realizó una performance y otras iniciativas artísticas en homenaje a aquellas mujeres.

“Se nos pone como sujetos pasivos”

“No queremos hacer un monumento a las putas ni nada que aumente el patrimonio, porque no queremos patrimonializar la lucha”, dijo al diario Página 12 la curadora de la muestra, la docente, investigadora y activista lesbiana Kekena Corvalán.

Georgina Orellano, secretaria del sindicato de trabajadoras sexuales AMMAR, afirmó por su lado que se trata de recordar a mujeres valientes y dignas, que se la jugaron contra la opresión.

“A las prostitutas se nos pone como sujetos pasivos, como víctimas. Está muy presente la idea de que las putas no podemos decir no.

La historia nos invisibilizó, la dignidad siempre se nos ha cuestionado. La memoria es un ejercicio que tenemos que hacer en la militancia social y sindical, poder traer al presente a aquellas compañeras que nos allanaron el camino”, destacó.