
Todo habría sido consecuencia de aplicaciones realizadas a comienzos de noviembre, cuando apicultores comenzaron a notar una elevada mortandad de abejas.
En total fueron afectadas 625 colmenas de once productores de los alrededores de la ciudad de Sauce, en una zona esencialmente frutihortícola.
De ese global, 118 colmenas resultaron totalmente diezmadas y las otras 507 dañadas en mayor o menor grado. En cada colmena viven a esta altura del año entre 50.000 y 60.000 abejas.
Los datos, citados por el matutino la diaria, figuran en un informe realizado por un grupo de productores apícolas y elevados al Ministerio de Agricultura (MGAP) y a la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA).
Una de las muestras tomadas por funcionarios del MGAP dio positivo en fipronil, un antiparasitario utilizado en medicina veterinaria, por ejemplo para proteger al ganado. La segunda no fue concluyente porque llovió mucho y las tierras podrían haber sido “lavadas” y la tercera se está analizando actualmente.
“Si mueren las colmenas significa que han muerto otros miles de millones de insectos que no podemos evaluar porque nadie los está monitoreando, nadie los está atendiendo y nadie se entera si se mueren o no”, dijo a la diaria Estela Santos, una apicultora de la zona que además es entomóloga.
“En esta época tenemos la mayoría de las especies de insectos que aportan su rol en el ecosistema: los degradadores de materia orgánica, los polinizadores en general ‒tenemos abejas nativas, especies de avispas‒. Están en plena reproducción, con formación de nidos”.
En Uruguay, explicó Santos, hay más de 100 especies de abejas nativas que juegan un papel importante en la polinización.
“Con el evento de polinización aseguramos la producción de semillas y frutas. Es un proceso ecológico esencial, y perderlas en el ecosistema va a provocar daños y movimientos de las poblaciones de la diversidad vegetal”.
Una mortandad generalizada ahora puede significar que se pierda la producción de todo un año, justo en momentos en que los precios de la miel y otros productos se están recuperando y los productores podrían estar en condiciones de resarcirse de las pérdidas que han sufrido en los últimos tiempos.
“Venimos de tres, cuatro años trabajando por debajo de los costos. Recién el año pasado se levantó el precio y parece que va a ser mejor. Era el momento de recuperarnos”, dijo Fernando Gorostidi, de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores de Villa Nueva del Sauce.
“Lo que nos preocupa es que la abeja es un centinela y nosotros estamos viendo la punta del iceberg”, agregó.
Los ganaderos de la zona que utilizan fipronil para proteger a sus vacas “pueden llegar a ser multados por haberlo hecho de manera irresponsable, pero las multas son tan bajas que seguirán haciéndolo, comentó otro productor a una radio local.
“En este caso más de 600 colmenas se vieron afectadas. ¿Qué pasa si matan a 600 vacas?”, se preguntó Gorostidi. “Se arma un lío que sale por todos lados. Lo que pasa que la apicultura está en el fondo de la bolsa”, denunció.
“Cuando se trata de productores chicos todo daño causa dolor”, admitió por su lado Néstor Causa, apicultor y presidente de la CHDA en representación del Ministerio de Agricultura.
Causa terminó admitiendo la entidad del “tema de los agroquímicos” para la apicultura. No es sólo el fipronil, cuya utilización en la agricultura disminuyó desde que fuera prohibido más de una década atrás.
El uso de otros herbicidas y pesticidas en cultivos ha generado, por ejemplo, que apicultores uruguayos se vieran arruinados y perdieran exportaciones a mercados poderosos como el alemán porque se habían descubierto trazas de glifosato en la miel.
Causa dijo no tener “ninguna duda que es uno de los principales problemas, sino el principal es el de los agroquímicos. Como apicultor quisiera cambiar todo rápidamente, pero es un proceso”.
Otros apicultores están cansados de la lentitud extrema de ese “proceso” visto que las denuncias sobre las consecuencias del uso de agrotóxicos (no sólo en esa actividad, no sólo en la producción) vienen siendo denunciadas hace muchos años, cifras al apoyo.
En 2019 dos diputados presentaron un proyecto de ley para prohibir por completo el uso de herbicidas y pesticidas en zonas de producción apícola y aledañas y para imponer muy fuertes multas a quienes violaran esa disposición. Quedó enterrado.
Según la Sociedad de Apicultura de Uruguay, que apoyó ese proyecto, el total de productores de miel del país pasó, en diez años, de 4.000 a 2.500.