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La UE prohibiría importación de alimentos y maderas desde zonas desforestadas

Un golpe al mentón de Bolsonaro y el agronegocio

La Comisión Europea propuso la semana pasada prohibir por ley la importación de madera y alimentos provenientes de áreas desforestadas, una iniciativa que apunta directamente al gobierno brasileño de Jair Bolsonaro.

Daniel Gatti


Imagen: Cartón Club

Si el plan del organismo ejecutivo de la Unión Europea (UE) se aprueba –todavía no se sabe la fecha en que el bloque lo discutirá– productos como soja, carne vacuna, aceite de palma, cacao, café y maderas, al igual que derivados como cueros y muebles, que lleguen a la región deberán ser certificados como “libres de deforestación”.

La normativa podría afectar directamente a Brasil, “donde la inquietud europea por la deforestación desenfrenada en la región amazónica por parte de ganaderos está retrasando la adopción del acuerdo comercial UE-Mercosur” (France24).

Virginijus Sinkevicius, comisario europeo de Medio Ambiente, dijo que la medida apunta a atacar tanto la deforestación ilegal como la generada por empresas o productores que pretenden ampliar la frontera agrícola amparados en disposiciones de gobiernos que los protegen y alientan.

Brasil es uno de los países que se vería más afectado por la medida. El proceso de destrucción de la Amazonia brasileña, que se ha acelerado enormemente en los últimos años, obedece en gran parte al avance del agronegocio sobre esas tierras.

Según datos del sistema de vigilancia de deforestación del estatal Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) publicados el jueves 18, en el período 2020-2021 la tala en la Amazonia fue la mayor en 15 años, unos 13.235 km².

El área deforestada alcanzó en octubre 877 km², lo que equivale a más de la mitad de la superficie del municipio de São Paulo.

Desde que Bolsonaro llegó a la presidencia, en enero de 2019, la deforestación en la mayor selva tropical del mundo ha aumentado de año a año, debido al aliento que ha dado su gobierno a las actividades extractivas en la zona y al desmantelamiento progresivo de las instituciones ambientales de control.

En promedio han desaparecido en ese lapso más de 10.000 km² de floresta anuales, casi la superficie de un país como Jamaica.

“El resultado es fruto de un esfuerzo persistente, planificado y continuo de destrucción de las políticas de protección ambiental” de esta administración, comentó apenas conocidas las cifras Marcio Astrini, secretario ejecutivo de la red Observatório do Clima, que reúne a asociaciones e institutos ambientalistas que actúan en Brasil.

Y remarcó que los datos del INPE se conocían desde fines del mes pasado (su informe está datado del 27 de octubre), pero fueron difundidos una vez terminada la conferencia sobre cambio climático de Naciones Unidas de Glasgow, Escocia, donde la delegación brasileña intentó demostrar que estaba “combatiendo activamente” la deforestación en la Amazonia.

El medio ambiente y el ambiente laboral

El 16 de noviembre −un día antes del anuncio de la UE− sesionó la Audiencia Pública de la Comisión de Asuntos Social del Senado Federal que debatió la Norma Reguladora 36 (NR36), que refiere a las condiciones de trabajo en el sector de procesamiento de carnes en Brasil.

En la audiencia, promovida por el senador Paulo Paim (PT), Gerardo Iglesias, secretario regional de la UITA, señaló: “está demostrado científicamente que el mundo transita hacia su destrucción. En la cumbre del clima en Glasgow quedó claro que deben cambiarse los modelos de producción y de consumo de manera urgente y mitigar las emisiones de los principales gases de efecto invernadero”.

El modo de producción agroalimentario y sus consecuencias ambientales están en el radar de la comunidad científica.

“La contaminación de la tierra y el agua por la utilización indiscriminada de agrotóxicos y sus efectos en la salud pública; la creciente deforestación en el mundo, sobre todo en Brasil, producto del avance de la frontera agropecuaria; la pérdida creciente en términos de biodiversidad, son temas neurálgicos en la actualidad”, advirtió Iglesias.

En otro pasaje de su intervención remarcó: “hoy los consumidores en el mundo se preguntan con mayor frecuencia e interés cómo se producen los alimentos, cuáles son los impactos ambientales y sociales. También se debe considerar que hay cambios significativos sobre el consumo de proteína animal y que crece el segmento de la población vegetariana y vegana”.

Para los trabajadores y trabajadoras de frigoríficos en Brasil, la principal problemática está en la precariedad de su ambiente de trabajo. “Intentar modificar la NR36 y modificar beneficios sería una acción desafortunada y brutal contra la sustentabilidad de todo el sector cárnico de Brasil”, enfatizó.

Un día después, la Unión Europea en su comunicado refrendó parte de los reparos realizados por el secretario regional de la UITA.