Bajo el sol penetrante de Guanacaste, en Costa Rica, miles de migrantes nicaragüenses cortan caña en la sabana verde.
Cada madrugada salen muy temprano para enfrentar las extensas jornadas, sabiendo que no tendrán las condiciones mínimas para resguardarse, hidratarse o descansar.
Cuando llegan de la durísima labor, tienen que lidiar con una realidad denigrante: los espacios en los que viven son menos que tugurios.
Los contratistas, que tercerizan la contratación de las grandes corporaciones cañeras, no les brindan espacios seguros, ni dignos para descansar luego de sus jornadas.
En UITA desarrollamos una investigación de cómo viven estos trabajadores y los padecimientos que viven.