Beatriz es parte de la Escuela Agroecológica del Centro Flora Tristán y cuenta desde hace dos años con instalaciones para producir en forma orgánica sus hortalizas, alimentos con los que ha enriquecido la dieta diaria en su hogar, pues antes solo cultivaba tubérculos.
Ahora, además de ella, otro grupo de mujeres dispondrá de invernaderos para la producción ecológica, que están siendo construidos en trabajo comunal con el apoyo de la Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Alimentación, Agrícolas, Hoteles, Restaurantes, Tabaco y Afines (Rel UITA), en alianza con el CMP Flora Tristán.
A Sachac se llega por un camino de herradura atravesando quebradas rodeadas por sus apus (montañas sagradas).
La comunidad está muy bien organizada y vela por el bienestar de sus 120 familias, que dependen de la agricultura familiar y de la crianza de animales.
Los ingresos son escasos y las mujeres aportan con el enorme caudal de su trabajo en el campo y en el hogar, especialmente en los actuales tiempos de pandemia.
Beatriz es una lideresa reconocida, ha sido candidata a presidenta de la directiva de la comunidad y hoy impulsa la agricultura ecológica, convencida de los buenos resultados obtenidos con su participación en la Escuela Agroecológica.
Ella y su esposo Agripino Quispe Cañari se están dedicando a la siembra de las hortalizas y están contentos de su reciente cosecha de betarragas, que muestran con orgullo al lente fotográfico.
“Más rica queda la ensalada ahora, comiendo betarraga cuidamos nuestra salud y estaremos más fuertes para que no nos coja este virus”, dice en referencia a la emergencia sanitaria por el Covid 19.
Con el apoyo de Janet Nina, ingeniera agrónoma del equipo de Flora Tristán, en la traducción de su idioma madre el quechua, Beatriz sigue comentando que hay mucha emoción y expectativa entre sus compañeras por contar con sus invernaderos y de esa forma acceder a mayor cantidad y variedad de alimentos.
Dice que contagió a sus vecinas las ganas de sembrar nuevas semillas y de sacar de la propia tierra más alimento para sus mesas.
“En mi huerto les he ido enseñando cómo se trabajan los suelos, cómo se hace el almácigo y el trasplante y más cositas… cuando ya tengan su propio invernadero van a aprovechar bien las enseñanzas de la ingeniera Janet”, dice sonriendo de alegría.
La instalación de los invernaderos es una alternativa que contribuirá a la seguridad y soberanía alimentaria en la comunidad, y a fomentar prácticas agrícolas sostenibles.
Fotos: CMP Flora Tristán