A medida que avanzaba por territorio nicaragüense luego de convertirse en huracán de categoría 4, Eta fue degradándose a tormenta tropical. La mañana del 4 de noviembre cruzó la frontera con Honduras ya como depresión tropical.
Aun así, debilitado, Eta encontró en la irresponsabilidad gubernamental un ‘aliado estratégico’ para llevar muerte y destrucción al país centroamericano.
Hasta el momento, las lluvias torrenciales y el desbordamiento de los ríos Ulúa y Chamelecón en el norte del país dejaron un saldo de 63 personas fallecidas, 8 desaparecidas y 2, 1 millones de personas afectadas directa e indirectamente.
También se registran 73 mil personas evacuadas y más de 40 mil albergadas. Son al menos 100 mil las personas que continúan incomunicadas en 68 comunidades1.
Tomás Membreño, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Agroindustria y Similares (STAS), dijo hoy a La Rel que unos 120 trabajadores afiliados del sector de la palma africana siguen atrapados con sus familias en una localidad a unos 20 kilómetro de El Progreso.
“Vamos a ver como conseguimos unas lanchas para llevarles agua y comida. Después de seis días aún no han podido rescatarlos”, explicó.
Julio Flores, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (Stibys), informó que varios compañeros se han quedado sin nada en el norte del país, y que de otros ni siquiera saben si están vivos.
A nivel de infraestructuras resultaron afectadas más de 15 mil viviendas, 113 tramos de carreteras y 29 puentes. Otros 21 puentes quedaron totalmente destruidos.
La Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) informó ayer que casi 8.000 personas de 125 bases campesinas perdieron todas sus pertenencias, incluyendo a unas mil viviendas y casi 5 mil manzanas de tierras cultivadas.
Una situación que asume dimensiones aún más dramáticas por los embates de la pandemia de coronavirus y los altos niveles de miseria (más del 65 por ciento de la población vive en la pobreza). Actualmente Honduras registra 101 mil casos confirmados y más de 2.750 personas fallecidas.
«La noche entre el 2 y 3 de noviembre, antes de que Eta entrara a territorio hondureño, las lluvias habían provocado inundaciones en el norte del país. Pero al régimen no le importó y esperó hasta el 4 de noviembre para decretar alerta roja a nivel nacional.
Seguía empecinado en promover el feriado de la ‘semana morazánica’ y no prestó atención a las alertas del Centro Nacional de Huracanes. Prefirió congraciarse con los empresarios turísticos y no tuvo la más mínima consideración por la vida de las personas”, dijo a La Rel, Bertha Oliva, coordinadora de Cofadeh.
En un comunicado, la Convergencia contra el Continuismo condenó la inacción gubernamental.
“Toda la responsabilidad de la tragedia actual y el costo que tendrá en vidas humanas recaerá en la narcodictadura que dirige Juan Orlando Hernández, y en el grupo de grandes empresarios avorazados que le apoyan.
La tragedia que envuelve al pueblo hoy es el resultado no de un fenómeno natural, sino de una política premeditada y criminal”, sentencia el comunicado.
Todavía hay miles de personas que esperan ser rescatadas o que se encuentran hacinadas en los albergues, o que se protegen de las intemperies debajo de los pases a desniveles.
“Hay tristeza, desolación, dolor y mucho temor. Es una tragedia dentro de la otra tragedia de la pandemia. Pero si hay algo que debemos rescatar de todo esto es definitivamente la capacidad solidaria de este pueblo.
La gente se ha movilizado, ha ido al rescate de familiares y amigos, ha habilitado puntos de acopio, ha llevado agua y alimentos a aquellas personas que lo perdieron todo.
Rechazan el intento de este régimen corrupto de canalizar toda la ayuda a través de instancias totalmente desacreditadas.
No van a permitir que se aproveche de otra crisis para seguir robando y saqueado”, concluyó Oliva.
En Managua, Giorgio Trucchi | Rel UITA
1 Fuente: Comisión Permanente de Contingencias (Copeco)