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La importancia de las acciones locales y los vínculos directos

Los tiempos que corren, de neoliberalismo, derechas ultras y pandemia, son de los peores que uno recuerda. Estamos en una situación peor aún que durante las dictaduras. Los gobiernos militares fueron muy duros, de persecución y odio arriba, pero de solidaridad y complicidades abajo. El enemigo estaba claro, no había dudas, sólo la certeza de que era necesario resistir, cuidarnos y tejer relaciones. Ahora es bien distinto.
Foto: CNTA

Soy de los que creen que el Covid-19 realmente existe y que los riesgos de contagio deben ser tomados en serio. Pero no puedo pasar por alto que se supriman ciertas libertades (de manifestación, de reunión, y otras) con argumentos que pueden ser válidos, pero sin que medie un proceso de análisis, intercambio de opiniones y revisión de las medidas adoptadas.

De las dictaduras, de todas ellas, el movimiento popular salió fortalecido. En Argentina, con la ofensiva popular contra las juntas militares que se tradujo en juicios ejemplares. En Brasil con la campaña Diretas Já y un amplio movimiento sindical y ciudadano de nuevo tipo.

Podría seguir, pero todos sabemos que sea cual fuere el carácter de las dictaduras, nunca pudieron doblegar a los movimientos, que siempre en cada lugar emergieron potentes y renovados, tanto a nivel organizativo como por el recambio generacional realizado.

Estando en el exilio español, recuerdo que muchos compas gritaban en las marchas cada vez menos pobladas, en plena democracia: “Contra Franco luchábamos mejor”. Síntoma claro de que el franquismo no pudo impedir el crecimiento de nuevos sindicatos nacidos abajo y consolidados contra viento y marea.

La duda, la desconfianza animal

Ahora las cosas están siendo muy diferentes. Los que siguen en la lucha están aislados, pero de un modo diferente. No los aísla sólo el régimen, sino sus vecinos y compañeros. No por miedo a que los lleve la policía, sino por un temor inasible e irracional.

Miedo a juntarse con otros y otras. Miedo a que el compañero de siempre se convierta en tu verdugo involuntario por haber sonreído o por darte un abrazo. O simplemente por colocarse mal la mascarilla.

Aunque deseo todo lo contrario, es probable que salgamos de esta pandemia con movimientos más débiles y despoblados que los que conocimos hasta comienzos de este año.

El tipo de organizaciones que siempre construimos tiene la lógica del cara a cara, del vínculo anclado en la confianza, en mirar a los y las demás para recibir un guiño cómplice de aprobación, o de rechazo incluso.

A través de zoom pueden reunirse los dirigentes, pero no veo cómo haría todo un movimiento de miles para mantener la cohesión, durante largo tiempo, mirando las caras planas en la pantalla del ordenador.

¿Tendrán todos los afiliados del sindicato, los miembros de la cooperativa o de la organización territorial acceso a una computadora y una conexión de internet adecuada para comunicarse con sus compas?

Allá lejos y hace tiempo

Claro que hay salidas. Las hubo en los campos de concentración del nazismo, y en las cárceles de las dictaduras, donde la solidaridad era de gestos mínimos, y por supuesto que existen entre nosotros en estos momentos. Pero para encontrarlas debemos recordar los orígenes, casi secretos, del movimiento obrero.

Para recuperarnos de esta situación tan adversa, no hay otra que empezar por las pequeñas acciones, las que casi no salen en los grandes medios.

Quisiera destacar la campaña “La carne más barata es la de los trabajadores”, que llevan adelante en Brasil los sindicatos de frigoríficos como CNTA y Contac con el respaldo de la Rel UITA y Union to Union de Suecia (http://www.rel-uita.org/campana-jbs-ii/).

El jueves 24 realizaron una manifestación frente a la Bolsa de Valores de Sao Paulo, para denunciar la gran cantidad de casos de Covid-19 entre los trabajadores del sector.

Eran 120 trabajadores y trabajadoras, concentrados con pancartas y vestidos como lo hacen dentro del frigorífico, con túnicas blancas y protección. Denunciaron que en Brasil el 20 por ciento de los trabajadores del sector fueron contagiados y que la patronal no realiza test masivos, ni impone distancias en el trabajo, ni les entrega mascarillas.

Sabemos que hablamos lenguajes diferentes. La patronal piensa en la economía, o sea en seguir adelante con la acumulación de riqueza, que durante la pandemia se concentra más y más. Los trabajadores y trabajadoras pensamos en la salud de la familia y de la comunidad.

Quisiera abordar la importancia que tiene la acción ante la Bolsa, hacia adentro, no tanto hacia la opinión pública, los medios, el gobierno y la patronal.

Entiendo por “adentro” los colectivos de trabajadores y trabajadoras. Son el punto neurálgico de la actividad sindical y social. Ahí es donde nos jugamos el futuro. Si hay bases sólidas, los inevitables errores de las direcciones siempre pueden corregirse. Sin eso, todo el entramado colectivo se debilita.

Pequeñas grandes acciones

Por eso creo que cientos de pequeñas acciones, lo más imaginativas y lo menos burocráticas posibles, acciones que hablen por sí solas, con lemas atractivos como el de los trabajadores de frigoríficos en Brasil, son imprescindibles para revertir una situación que no es buena. Porque lo importante en estos momentos no son ni aparatos organizativos grandes, ni recursos materiales, sino la confianza entre las y los de abajo.

Sin confianza no podemos ni soñar con seguir luchando por nuestros derechos. La confianza mutua es el cemento de lo colectivo.

Esa confianza que necesitamos, ese compañerismo imprescindible, nace de las relaciones directas que se tejen haciendo, en reuniones y acciones, algo que no puede hacerse a distancia ni a través de internet.

Estos mecanismos son necesarios para mantenernos comunicados e informados, pero en modo alguno pueden sustituir el contacto y la acción directa, con todas las precauciones del caso.

Por eso creo que las pequeñas acciones como la realizada frente la Bolsa de Sao Paulo, abren caminos de largo aliento.