En medio de la tragedia que vivimos, producto no solo de una situación histórica de dominación de clase, de un sistema y sus distintos modelos históricos, y agravada con la pandemia del Covid-19; la palabra mágica que han acuñado sus representantes en el momento es la de reapertura, para dar empleo y salvar Honduras, pero no dicen que su objetivo es hacer productivo su capital por medio de la explotación del trabajo asalariado.
La reapertura debería servir para elaborar un plan de emergencia producto de un pacto político social y orientado hacia la construcción de una nueva institucionalidad.
Lo ideal sería que esa nueva institucionalidad fuera producto de un entendimiento nacional y de la solidaridad que se requiere en momentos de extrema gravedad como el presente, pero resulta difícil porque los intereses de clase tienden a imponerse y porque los grupos que hoy detentan el poder no solo son explotadores sino corruptos y ligados al crimen organizado.
El Covid-19 ha desnudado a la sociedad y la esencia clasista del régimen que las representa. Lo ideal sería que esa nueva institucionalidad fuese producto de un ejercicio soberano de nuestro pueblo, pero el imperialismo es real y no deja de inmiscuirse en nuestros asuntos.
Por ello, para empezar, esa nueva institucionalidad debe ser producto de la derrota de la dictadura que requerirá, sobre la base de las condiciones objetivas y subjetivas existentes, de las distintas formas de lucha y el movimiento social no solo debe ser partícipe de ella sino parte esencial de su conducción; sin olvidar, lógicamente, la necesidad de superar la fractura histórica entre lo político y lo social.
¿Cómo el movimiento sindical puede ser parte de ese proceso y no seguir desconocido y desmovilizado? Es la pregunta clave.
La estrategia debe orientarse hacia la construcción de un Estado al servicio del pueblo y no de las clases dominantes que detentan los medios de producción, tarea difícil pero no imposible, que requiere de la unidad de nuestro pueblo.
Por eso debemos saber a qué Estado nos enfrentamos y hasta dónde podemos llegar en determinada coyuntura histórica, porque será uno de los instrumentos tácticos para alcanzar lo estratégico.
El capitalismo y su modelo neoliberal siguen en crisis y con el Covid-19 la crisis sanitaria que ya existía se ha agudizado aún más.
Como el “mercado” (grandes empresarios) no la puede resolver, entonces le corresponde al Estado hacerlo, pero como los neoliberales han achicado el Estado, tampoco este la puede resolver y en el caso de Honduras la dictadura corrupta y ligada al narcotráfico, tampoco puede resolverla, porque la tienen de rodillas los acreedores y necesita endeudarse más.
Los grandes perdedores con los efectos del Covid-19 somos los que producimos la riqueza del país: los trabajadores: asalariados, desempleados, ambulantes, campesinos, cuentapropistas, pequeños, medianos propietarios, etcétera.
Perdemos porque no somos dueños de los principales medios de producción y no tenemos más que nuestra fuerza de trabajo que enriquece al gran capital.
Los grandes empresarios y las transnacionales, dueños de los principales medios de producción, que no producen riqueza, no solo no pierden sino que saben “hacer de las crisis una oportunidad para ganar más”.
Esta máxima la vemos en la sobreexplotación del trabajo asalariado; en permitirles suspender contratos de trabajo para no pagar salarios; en arrancarle al Estado más concesiones en el espectro radioeléctrico para Tigo y Claro; en mantenerles vigentes las millonarias exenciones fiscales; en participar del reparto gratuito de tierras del Estado; en recibir crédito bancario concesionado, en privatizarlo y desregularlo todo, con lo cual se profundiza el atraso y la dependencia del país.
La profundización del modelo neoliberal traerá consigo más explotación, más saqueo, más corrupción, más narcoactividad, más desigualdad social, más violaciones a los Derechos Humanos, y por tanto, la profundización de las contradicciones de clase.
Previendo escenarios de resistencia popular, el régimen no solo ha remilitarizado el país, sino que, además, ha emitido un nuevo Código Penal que define esas acciones de defensa de los intereses de clase como: “reuniones ilícitas”, y según art. 553 deberán de ir a prisión.
Es común que plantones y otras manifestaciones sean infiltradas por los cuerpos de seguridad para criminalizar a quienes protestan; con el nuevo Código Penal, les aplicaran el art 554 correspondiente “asociación para delinquir”; el 573 y 574 por provocar “desordenes o perturbación del orden público”; o el 787 de “terrorismo”, mandando a la cárcel a los dirigentes o participantes, y si hay una organización sindical de por medio le podrán quitar su personería jurídica aplicándole el Articulo 112 y obligándola a pagar daños y perjuicios.
1. Según la Secretaría de Trabajo las suspensiones en maquila, industria, comercio, agricultura, servicios y podrían llegar a: 450.000 trabajadores.
2. Al 27 mayo solo se han acogido a la “ley de aportación solidaria” 649 empresas y un total de 120.540 trabajadores. Cada trabajador recibe 6.000 lempiras (243 dólares).
3. En consecuencia, 320 mil trabajadores suspendidos se quedaran sin salario.
4. Los despidos son incontables y en aplicación del Empleo Temporal por hora y la tercerización miles de trabajadores, y los efectos negativos son incuantificables.
5. Son miles de trabajadores y trabajadoras de mercados, ambulantes, transporte, pequeños y medianos propietarios, etc. quebrados y sin ingresos.
6. Muchos empresarios están reduciendo salarios u ofreciendo la calle a miles de trabajadores y trabajadoras.
7. El décimo cuarto mes no lo pagan, lo hacen proporcional o lo postergan. Esto ha afectado a miles de trabajadores.
8. Con la contratación colectiva: no la cumplen, piden revisión o congelación. Esto también afecta a miles de trabajadores.
9. La aplicación del Código del Trabajo la anulan con: la ley de empleo por hora y el desempleo.
El Ministerio del Trabajo no ha sido ni bombero. Las leyes emitidas favorecen las suspensiones de trabajo; los empresarios no pagan salarios a los incapacitados por covid19 y tampoco en los casos de los trabajadores mayores de sesenta años y con enfermedades preexistentes.
El IHSS tampoco se quiere responsabilizar. Los patronos se aprovechan y terminan despidiendo a los trabajadores ahogados por la crisis y agarran las prestaciones.
La acción del movimiento sindical se precariza, se desmoviliza y con el empleo por hora los empresarios continúan reproduciendo la precariedad. Con un alto nivel de desempleo la legislación laboral no se aplica, el nivel de la sindicalización baja y la correlación de fuerzas se inclina más a favor del capital.
Unos pocos capitalistas se aprovechan de negocios en quiebra para comprarlos; la tendencia entonces es a centralizar y concentrar el capital, que concluye en una peor redistribución de la riqueza y el ingreso nacionales.
La masacre laboral es un hecho, la agudización de lucha de clases también y llevará a confrontaciones mayores.
Seguirán con el Estado de sitio, con más neoliberalismo y buscaran el continuismo del régimen dictatorial, con el apoyo del imperio gringo que repitiendo, como dijo el libertador Simón Bolívar «Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad».
Pero no se olviden, la cadena se rompe por el eslabón más débil.