Antiguamente bastaba con velar por los derechos y los beneficios de los afiliados. Hoy se debe sumar a ello un liderazgo constructivo de comunicación efectiva, para conocer la situación real de cada trabajador y desde ahí ser un puente de información certera y fidedigna.
Es sabido que, en el contexto actual, las empresas están viviendo un escenario complejo.
Mandos medios, como gerentes de recursos humanos, entienden que los líderes sindicales están llamados a estar en “primera línea” para ayudar a frenar la pandemia en los centros de labor.
La vocación del sindicalista en esta contingencia debe estar orientada a equilibrar hábilmente dos urgencias perfectamente compatibles: la sostenibilidad de la empresa y el bienestar de los trabajadores.
Desde esta perspectiva se debe entender que la labor primordial no está limitada a conocer y transmitir la tasa de contagio, el estado emocional y la realidad familiar de los trabajadores y las trabajadoras.
También debe participar en comités de crisis y colaborar en la adaptación de estrategias acordes a lo que la pandemia, y los problemas surgidos demanden.
Coherencia, cercanía y empatía son conceptos cruciales. Los dirigentes tienen la oportunidad de asumir un rol distinto al tradicional y ser una pieza estratégica para la empresa, acostumbrada a la comunicación vertical y unidireccional.
La crisis les permite convertirse en fuentes confiables de información, con una mirada distinta, incómoda y necesaria a la vez.
Aportar y exigir en coherencia a la realidad actual, denunciar situaciones de abuso en las empresas, dialogar con mayor frecuencia, negociar nuevas condiciones o de lo contrario tomar la decisión de extender la negociación vigente, todo esto en conocimiento y aprobación de los trabajadores y trabajadoras, porque el camino para hacer frente a la Covid-19 en el mundo laboral lo hacemos entre todos.
Es tiempo que los dirigentes sindicales se perfeccionen y trasciendan el mero rol contestatario.
En esta nueva realidad la estabilidad del país no recae en los políticos sino en los trabajadores y trabajadoras, que con una enorme voluntad han continuado ininterrumpidamente la producción de alimentos básicos, logrando cubrir las necesidades esenciales de toda la comunidad.
Sin la atención de la prensa, sin aplausos de la ciudadanía y sin reconocimiento de las autoridades, los obreros son quienes en el día a día, sacrificando su salud y la de sus familiares, han logrado mantener a flote la economía chilena. Porque más allá de la pandemia está el fantasma del desabastecimiento y peor aún, la temida hambruna.
En Valparaíso, Cijifredo Vera
Presidente Contalapch