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Bayer transa y paga por los daños del glifosato, pero lo seguirá fabricando

Compro dolor por libertad

Bayer convino esta semana en los tribunales estadounidenses destinar más de 12.000 millones de dólares a indemnizar a decenas de miles de víctimas del agrotóxico Roundup, producido por Monsanto, la transnacional que adquirió en 2018. Pero no se compromete a dejar de fabricar ese veneno.
El acuerdo extrajudicial firmado con unos 25 bufetes de abogados abarcaría al 75 por ciento de los 125.000 litigantes que se presentaron para reclamar daños y perjuicios en Estados Unidos y el 95 por ciento de los que estaban por llegar a juicio, a los que la compañía de origen alemán les pagará casi 11.000 millones de dólares.

Bayer aprovisionó otros 1.200 millones de dólares para saldar los litigios con el resto de los demandantes, con lo que las víctimas recibirían en promedio unos 100.000 dólares por cabeza.

Si se suman los 63.000 millones que Bayer pagó en 2018 por la compra de Monsanto a los 12.000 millones involucrados en este acuerdo, la transnacional fundada en Saint Louis en 1901 le habrá costado al gigante germano algo más de 75.000 millones de dólares.

El valor actual de Bayer, en función de la cotización de sus acciones, es de 72.000 millones de dólares, un 30 por ciento menos de lo que era evaluada antes del cierre de la adquisición de Monsanto y 3.000 millones menos de lo que le ha costado la estadounidense.

La fusión con Monsanto le salió muy cara a la alemana, que se veía venir más y más condenas, a cual más millonaria, pero el pacto firmado esta semana no le impone dejar de fabricar productos en base a glifosato y ni siquiera incluir en el Roundup, su agrotóxico estrella, mención alguna a su toxicidad.

El convenio dispone la creación de un panel de científicos que estudiará los vínculos entre el glifosato y el linfoma no Hodkings, la enfermedad linfática incurable que contrajeron los demandantes a los que la justicia estadounidense ya les había dado la razón.

Los jurados que condenaron hasta ahora a Bayer y le habían impuesto indemnizaciones superiores a los 2.000 millones de dólares habían estimado suficientemente probado el vínculo entre el producto en base a glifosato y la enfermedad, siguiendo la conclusión a la que llegó en 2015 el IARC, dependiente de la Organización Mundial de la Salud.

Consideraron también que Bayer, como antes Monsanto, eran suficientemente conscientes de la toxicidad de su producto y lo habían ocultado en el etiquetado.

Como siempre

“No admitimos culpabilidad alguna con este acuerdo”, declaró sin embargo uno de los abogados de la transnacional europea, que sigue insistiendo en la inocuidad del glifosato y argumentando que organismos reguladores nacionales y regionales no han encontrado pruebas de que el principio activo del Roundup sea nocivo para la salud humana.

Brent Weisner, abogado principal de Dewayne Johnson, la primera víctima del Roundup indemnizada por la justicia estadounidense, en 2018, destacó por su lado ante los tribunales que esos organismos son cualquier cosa menos independientes y que están al servicio de las empresas y no de los ciudadanos.

Recordó también las presiones a las que Bayer, Monsanto y otras compañías similares someten a gobiernos y supuestas agencias de contralor.

Pero ahora reconoció que con el acuerdo firmado en Estados Unidos “este capítulo de litigación del glifosato ha terminado”.

Es de esperar que vengan otros, tal vez en América Latina, donde el Roundup es de lejos el agrotóxico más utilizado y sigue haciendo estragos con total impunidad.