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Guillermo Chiffet

Adiós al maestro, con cariño y admiración

Ha muerto a los 93 años nuestro querido amigo y ex colaborador Guillermo Chifflet. Un maestro de periodismo, de política y de vida. Dueño de una amplia cultura, lo principal de sus intereses anclaba sin embargo en la política, la filosofía política y la historia.
Guillermo Chiffet | Foto: La Diaria (Uruguay)

Nació en la popular barriada del Cerro, un barrio obrero y resiliente. Militó en el Partido Socialista desde su juventud, fue fundador del Frente Amplio e ingresó a la Cámara de Diputados en 1990, donde fue tan apreciado por sus compañeros como respetado por sus adversarios.

Fue varias veces reelecto, hasta el 1 de diciembre de 2005, cuando renunció a su banca en la sesión en que se iba a votar la participación de Uruguay en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH, por sus siglas en inglés), aprobada en el concierto de naciones el año anterior.

Chifflet reclamaba coherencia a sus compañeros: “Estuvimos en contra cuando éramos oposición, nada ha cambiado para que ahora lo aprobemos desde el oficialismo”.

El Partido Socialista había jugado la carta de la obediencia ciega, un artilugio llamado “mandato imperativo” que lo obligaba a acatar la decisión mayoritaria de votar a favor de la integración de la fuerza multinacional.

En medio de esa sesión parlamentaria, y en el último minuto de su tiempo para hacer uso de la palabra, tiempo que había utilizado para aportar argumentos en contra de la propuesta, luego de que la presidencia de la Cámara le solicitara terminar su intervención, Chifflet expresó: “Es la última cosa que voy a decir en la Cámara. Soy partidario del mandato imperativo, pero para cumplir con los compañeros, me retiro ahora. No voto, pero renuncio a la Cámara. ¡Re-nun-cio! Quiero estar tranquilo con mi conciencia1.

Una fotografía de Alejandro Arigón muestra el momento en el cual Guillermo observa cómo sus compañeros levantan sus manos para aprobar la integración de la MINUSTAH.

Guillermo no fue candidato a diputado en las primeras elecciones después de la dictadura, en 1985, porque entendió que debía mantener el compromiso que había asumido con algunos de sus excompañeros del mítico semanario Marcha -clausurado por los militares en 1974- quienes proyectaban volver a editarlo de la mano de Carlos Quijano, su histórico director y fundador.

Pero Quijano falleció en su exilio de México muy poco antes de su planeado regreso a Uruguay.

Marcha sin Quijano no podría ser Marcha. Así que varios de los periodistas, escritores, artistas y amigos de aquel semanario decidieron tomar la bandera de la filosofía periodística y política de Marcha y comenzaron a darle forma a lo que es hoy el semanario Brecha, una publicación independiente, de izquierda, aunque, a diferencia de Marcha, no se define como antiimperialista.

El punto final y el abisinio

Chifflet fue uno de los notables primeros colaboradores de Marcha2. Fue mi primer jefe cuando comencé a publicar como free lance en Brecha, y también cuando fui integrado junto a otros jóvenes periodistas al staff permanente del semanario.

Nos corregía, nos dirigía, nos escuchaba, nos cortaba párrafos y párrafos, nos titulaba, en fin, nos editaba y nos enseñaba sin abandonar jamás su tono afable, cordial, chispeante. Usaba sobre todo dos muletillas para responder a nuestras dudas:

-¿Cuánto espacio tengo, Guillermo? – preguntábamos.

-Empezá lo más cerca posible del punto final – respondía.

Y si teníamos inseguridad sobre cómo encarar alguna nota nos decía:

-Escribí como para que la entienda el abisinio -aludiendo a alguien absolutamente extraño a nuestra realidad.

Luego de que renunciara a la Cámara de Diputados tuvimos el honor de publicar bastante asiduamente artículos que escribía para la Rel UITA. Hasta que su salud ya no se lo permitió.

Nos deja su ejemplo vibrante de generosidad, de modestia, de coherencia, de ética, y sobre todo de algo que muchos de quienes lo empujaron hacia la salida en aquel entonces querrían hoy comprar en las farmacias: dignidad.

¡Salud querido compañero, maestro y amigo!

¡Hasta la victoria, siempre!