-El sector de la alimentación no se ha visto afectado por esta coyuntura.
-No. La nuestra es una actividad que ha sido declarada esencial, por lo cual estamos trabajando. Nuestra mayor preocupación es que se garanticen las medidas de higiene y cuidado de la salud de los trabajadores y las trabajadoras. En eso estamos poniendo nuestro mayor empeño.
Estamos, por ejemplo, controlando la situación en las distintas plantas a efectos de que se garanticen esos cuidados y las medidas de prevención.
-¿Cuál es el balance que hacen de esos controles?
-En algunos casos se respeta lo acordado, y en otros las empresas alegan que les es muy difícil conseguir elementos de seguridad como alcohol en gel o barbijos.
Por lo general, a medida que la situación se va agravando en otras partes del mundo y se va tomando conciencia de la dimensión de esta pandemia la mayoría de las empresas se está poniendo al día.
La Federación contrató de todas maneras a una infectóloga y hemos elaborado un protocolo que servirá a los sindicatos para controlar que se cumplan las medidas de higiene, prevención y seguridad: que haya acceso a elementos para higienizarse, que se respete la distancia social, que se desinfecten los lugares y herramientas de trabajo, etcétera.
Esa guía, que acabamos de terminar, será muy útil a los trabajadores y las trabajadoras, porque las empresas han hablado mucho de que tenían protocolos, pero cuando los pedimos no aparecen.
-¿Y en materia de empleo?
-No ha cambiado mucho. En los primeros días tras la declaración de emergencia nacional se hicieron horas extra producto de la gran demanda que existía. Ahora eso ha disminuido un poco y hay algunas actividades específicas que han sido cerradas por decisión de autoridades locales.
En esos casos pudimos negociar que las empresas garantizaran el pago del sueldo a su personal. Algunas han podido hacerlo durante el mes de marzo, pero ya están planteando medidas para que la carga no les sea tan pesada.
Hemos pedido al sector empresario que se acoja a los mecanismos económicos de ayuda que ha generado el gobierno nacional para asegurar el pago de salarios en aquellas compañías que estén en situación de crisis, entre otros instrumentos.
Lamentablemente, en muchos casos el primer reflejo de los empresarios es meterles la mano en el bolsillo a los trabajadores intentando pagar menos salarios.
-¿Ha habido intentos de despidos arbitrarios en este período?
-No, porque el gobierno los ha prohibido. Ya existía, antes de las medidas de aislamiento social obligatorio, una disposición que impedía los despidos por 60 días y que determinaba que en caso de que hubiera alguno sin justa causa la empresa debía pagar el doble de indemnización.
Eso ha hecho que hoy no haya despidos en ninguna actividad.
Siempre existen de todas maneras los pícaros que ya están proyectando despidos que no se justifican o reducciones salariales masivas.
-¿Cómo ves la actitud del gobierno argentino ante la pandemia?
-Estamos muy conformes, porque ha privilegiado el cuidado de la salud y de la vida de las personas por sobre la economía, a pesar de que todos somos conscientes de que toda esta caída va a tener un gran impacto.
Un impacto que, por supuesto, se va a sentir particularmente entre la gente más pobre, pero el gobierno ha adoptado un abanico de herramientas para atenderlos.
Por otra parte, ha sabido resistir a las presiones de empresarios que piden un rápido retorno a la normalidad productiva.
-¿Cómo te imaginás la salida a esta situación? ¿Puede ser una ocasión para que se planteen cambios de fondo en el modelo productivo, por ejemplo?
-Mi impresión es que va a ser tan fuerte el choque, en términos sociales, económicos, epidemiológicos, que va a obligar a repensar algunos aspectos de la vida en sociedad en lo inmediato.
Por ejemplo, qué sectores de actividad se van a ir incorporando, cómo nos vamos a proteger del virus hasta que aparezca la vacuna.
En términos económicos van a seguir las mismas miserias de siempre. Los que tienen más seguirán intentando imponer condiciones a los que menos tienen. La pandemia congela las cosas, pero por sí misma no las cambia.
Un dato positivo que deja esta crisis es que revaloriza el papel del Estado en la economía, en la educación, en la salud y revaloriza los mecanismos de redistribución de la riqueza.
Ha quedado claro que ante una crisis de esta naturaleza el único que puede garantizar la sobrevida es el Estado, no el sector más concentrado de la economía.
En la salud ha sido muy evidente, fundamentalmente en aquellos países en que los servicios públicos del sector fueron descuidados, desmantelados, privatizados. Ha pasado aquí mismo en Argentina.
-Estamos viendo ahora cómo desde sectores ultraliberales se reivindica el papel del Estado, un cierto keynesianismo.
-Sí, pero cuando pase la pandemia volverán a las andadas.