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Libro sobre vida y luchas de Manuel “Manolo” Bonmati

Una mirada desde sus amigos y compañeros

Entre aquellos que aportamos al libro nos encontramos Enildo Iglesias y quien suscribe. Hoy transcribimos las líneas que escribió Enildo para la publicación, trazadas desde la admiración y el cariño, caras de una misma moneda.

Entre aquellos que aportamos al libro nos encontramos Enildo Iglesias y quien suscribe. Hoy transcribimos las líneas que escribió Enildo para la publicación, trazadas desde la admiración y el cariño, caras de una misma moneda.

Gerardo Iglesias

Mi compañero Manolo

España estaba saliendo de la noche franquista cuando en una reunión de la UITA en Ginebra conocí a Manolo, como siempre lo llamé. Él acababa de ser electo secretario de Organización de la Federación Estatal de Trabajadores de la Hostelería de la UGT, yo tenía ya algunos años como secretario regional Latinoamericano de la UITA. En el mismo acto nos conocimos y reconocimos como compañeros.

A partir de ahí nos veíamos en las reuniones de nuestra Internacional, coincidíamos en las mismas, y por la noche discutíamos en compañía de otro compinche, Dan Gallin, por entonces secretario general de la UITA.

Pero no todo era discusión. Luego de la cena y de algunas botellas de vino, la tranquilidad de la noche ginebrina era alterada por un cante jondo en la voz privilegiada de Manolo y nuestras desacompasadas pero solidarias palmas.

En ocasiones, regresando a Montevideo, me detenía en Madrid y junto a otros compañeros y compañeras compartíamos sueños que en aquel entonces parecían a la vuelta de la esquina.

En 1986 Manolo fue electo secretario de Relaciones Internacionales de la UGT. A partir de ahí nuestros encuentros ocurrían en cualquier parte del mundo, por lo general en algún rincón de nuestra América Latina que él tanto quería y defendía.

Eran encuentros enmarcados en la solidaridad internacional frente a las dictaduras militares de la época.

Como aquella vez en la primavera de 1988, cuando fuimos correteados y mojados por los “guanacos” de los carabineros de Pinochet en las calles de Santiago, durante una protesta por el destierro de los dirigentes sindicales Manuel Bustos y Arturo Martínez, presidente y vicepresidente respectivamente de la Central Unitaria de Trabajadores.

O como cuando, junto a la recordada Maite Núñez, logramos construir una escuela en el barrio obrero La Chinita, en la zona bananera de Urabá, en una época donde en aquel lugar de Colombia los niños antes estaban propensos a recibir una bala, que no se sabía si provenía de la guerrilla o de los paramilitares.

Que nadie piense que algún integrante de aquel trío nacido hace 35 años en Ginebra pasó a retiro.

Seguimos, desde otros sitios, en la lucha que ha dado razón de ser a nuestras vidas, con la dignidad y la esperanza intactas y con Manolo en primera fila cantando La Internacional por bulerías.

Enildo Iglesias