-¿Cómo está la situación del turismo en México? ¿La problemática de la violencia creciente impacta negativamente?
-Sí, por supuesto. Algunas empresas extranjeras recomiendan no venir aquí. Así y todo, el turismo sigue siendo la cuarta o la quinta fuente de ingresos de divisas del país.
Todavía nos defendemos a pesar de la falta de seguridad. Pero ahora tenemos otro problema: el Coronavirus. Veremos cómo enfrentamos esa situación que sin lugar a dudas nos perjudicará.
-Cambiando de tema, desde hace años una de tus preocupaciones gremiales es la situación de las camareras de piso.
-El ritmo de trabajo que soportan atenta contra su calidad de vida. Aparte de la tarea normal, como están mal pagas hacen habitaciones extra con la intención de llevarse algo más de dinero y eso es preocupante porque el esfuerzo es demasiado.
Son además proclives a padecer lesiones por esfuerzo repetitivo, algo que desde nuestra organización y la Rel UITA denunciamos desde hace años. Y las empresas no reconocen esas enfermedades como profesionales.
En el Sheraton, el sindicato ha conseguido algunas cosas, como que se examine que no todas las habitaciones “valen” lo mismo a la hora de calcular la jornada laboral (una habitación que es del doble del tamaño de otra tiene que contar doble) y que las compañeras comiencen el domingo a las nueve, y no a las ocho, porque los huéspedes por lo general se despiertan más tarde ese día.
-¿Cuántas habitaciones se limpian en el Sheraton?
-Doce en promedio. Tenemos buen diálogo con la empresa.
-Estoy ahora en un hotel donde hay camareras que tienen por meta hasta 40 habitaciones…
-No me extraña. Esto sucede en muchos hoteles donde no hay presencia sindical, donde las compañeras están abandonadas a su suerte.
-Me informan que muchas camareras abandonan el sector…
-Hace varios años dije en broma que la categoría de camarera estaba en peligro de extinción, pero ahora veo que es una realidad.
La problemática de la hotelería en América Latina es más o menos la misma.
En lo que tiene que ver con las camareras de piso, la mayoría se enfrentan a acoso sexual de los clientes, a abusos de sus supervisoras, a que se les obligue a hacer más habitaciones de las que les corresponde.
A mí me parece que deberíamos plantear una normativa general para la región, pero está la dificultad de las distintas legislaciones nacionales en materia laboral y que muchos sindicatos no cumplen con su cometido.
En Ciudad de México, Gerardo Iglesias