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Con Astrid Suaza

La exitosa experiencia de “El turno es mío”

Fundamilenio, la fundación social de nuestra afiliada el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Agropecuaria (Sintrainagro), lleva adelante un proyecto de inserción laboral para jóvenes trabajadores. Astrid Suaza, su directora, habla sobre esta exitosa experiencia que ha cambiado la realidad de cientos de jóvenes en Urabá.

-Finaliza una etapa de “El turno es mío”. ¿Qué puedes destacar de este proyecto?
-Se trata de una iniciativa que busca contribuir al recambio generacional en el sector bananero a través de la capacitación y formación para el trabajo de más de 500 jóvenes de los municipios del Urabá Antioqueño.

El proyecto cuenta con el apoyo de diversas alianzas estratégicas que hace Sintrainagro, AUGURA, el gremio empresario y algunas Alcaldías de Apartadó y Turbo junto al SENA, organizaciones de corte cultural y programas de origen social como la alianza para la reconciliación.

El objetivo de este programa es empoderar a los jóvenes no solo para que tengan un trabajo digno en las fincas sino para que sean capaces de tomar decisiones responsables en sus vidas.

-¿Cómo se implementa?
-Consta de tres fases. Una primera de formación en aulas de clase que se imparten en los auditorios de Sintrainagro, algo que de a poco se fue convirtiendo en una suerte de refugio para nuestros jóvenes, en su inmensa mayoría, yo diría un 90 por ciento, víctimas de la violencia, resultado de los conflictos armados en el país.

Luego de tres meses de curso teórico en las aulas se pasa a las prácticas en las fincas, para luego ser incorporados y vinculados laboralmente en los centros de producción.

Participación y memoria histórica

-¿Cuántos jóvenes abarcó el proyecto y cuál es el resultado de estos cursos?
-De 583 jóvenes que pasaron por el “El Turno es mío”, 506 concluyeron exitosamente los cursos y 406 (70%) fueron vinculados a 33 empresas de la región.

También se desarrolló un componente de participación y memoria histórica que buscaba reconciliar a la comunidad con los sectores de la producción en la región.

Se apuntó a ir achicando las brechas de distanciamiento y generando un reencuentro como base para un nuevo diálogo social en el país a través de unas jornadas de tertulias que buscaban generar espacios de interlocución y diálogo.

La articulación de fuerzas

-¿Qué impacto tuvo esa iniciativa en la comunidad?
-Estas jornadas comunitarias, más un festival grande denominado “De la vida y la reconciliación” tuvieron como objetivo acercar a los jóvenes a sus comunidades y reivindicar la figura del trabajo bananero como oficio digno.

Se propiciaron espacios de reconciliación y perdón donde nos encontrábamos todos con la esperanza intacta de reconstruir nuestra región para luego reconstruir al país después de tantos años de guerrilla y violencia.

El Turno es míoes una siembra que unió manos fraternas en el reconocimiento de la labor bananera como patrimonio de identidad y memoria.

Fue un proceso de casi dos años que transitamos junto a estos jóvenes en las fincas bananeras llenos de esperanzas en estos municipios.

Y es una realidad exitosa gracias a los muchachos y muchachas y a las organizaciones que lo respaldan.

Se puede decir que es uno de los logros del diálogo social que tiene el Sintrainagro y una nueva forma del quehacer sindical donde también contamos con el asesoramiento y el respaldo permanente de la Rel UITA.