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La lucha contra la jornada 4-3

En favor de la familia, del trabajador y de los niños

Históricamente trabajadores y patronos han mantenido una lucha, abierta o solapada, tranquila o violenta, que ha girado entre dos extremos fundamentales: rebajar la jornada de trabajo y aumentar los salarios. A ello se sumaron con el tiempo otros relacionados con las condiciones de trabajo, seguridad e higiene ocupacional.

La lucha por la rebaja de la jornada de la que se tiene memoria en la época contemporánea se da luego de la Revolución Francesa, asociada en parte al nuevo proceso económico de la Revolución Industrial que se iniciaba con fuerza en los albores del siglo XIX y culminaba con los sucesos de Chicago de 1886.

Eran tiempos en que la esclavitud había sido abolida, donde se necesitaba mano de obra libre y asalariada y el proceso industrial generaba bienes que debían ser consumidos.

Las jornadas de trabajo casi no tenían límite. Las había de hasta de 20 horas. En las panaderías de Costa Rica hacia 1920 se tenían jornadas de ese tipo.

Estaban sometidos a estas extenuantes jornadas hombres, mujeres y niños. A los niños en el proceso industrial los usaban para limpiar chimeneas, con lo cual se enfermaban gravemente.

En el trabajo doméstico de Costa Rica era usual la jornada efectiva de 14 horas diarias, en ocasiones extendida hasta 16.

Las luchas por la reducción de la jornada se empezaron a desarrollar en el siglo XIX en Europa y en Estados Unidos.

A ello contribuyeron los movimientos organizativos de trabajadores alrededor de las sociedades mutualistas, de las sociedades de socorros mutuos y de mutuo auxilio, como las primeras organizaciones de tipo sindical que empezaron a surgir en esos años.

Se sumaron las organizaciones políticas que empezaban también a surgir, de orientación cooperativista, socialista, anarquista y comunista, y más tarde, con la influencia de la Encíclica Rerum Novarum, de organizaciones cristianas católicas, que trataban también de frenar la influencia comunista, socialista y anarquista en las masas trabajadoras.

Una lucha trágica y victoriosa

En Europa y en Estados Unidos se logró bajar la jornada, resultado de luchas obreras, a 12 y 10 horas, lo que empezó a plantear el objetivo de 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 de recreación.

Hacia 1870 surgieron en Estados Unidos organizaciones laborales que se propusieron esa lucha, entre ellas la Orden de los Caballeros del Trabajo, y hacia 1880 la Federación del Trabajo, que en esa década unieron esfuerzos para que el 1 de mayo de 1886, cuando se discutían los contratos de trabajo de manera directa entre trabajadores y patronos, la consigna principal fuera la obtención de 8 horas de trabajo como jornada máxima.

En 1886 se lo logró en casi el 80 por ciento de los centros de trabajo del país. Sucesos violentos en los primeros días de mayo de 1886 condujeron al apresamiento de los líderes de la huelga, un juicio amañado y la aniquilación física de la mayoría de ellos.

Pocos años después la Corte de Justicia reconoció el crimen que se había cometido y lo injusto del proceso, con testigos y pruebas falsas.

En 1889 los congresos obreros realizados en Francia declararon sumarse a esta lucha y declarar al 1 de mayo como una fecha en que cada año los trabajadores salieran a las calles a hacer un balance de sus luchas y de planteamiento de otras para el año venidero. Ese es el sentido histórico del Primero de Mayo.

El movimiento sindical fue ampliando sus demandas más allá de la jornada de 8 horas.

Por casa

En Costa Rica los sucesos relacionados con la lucha por las ocho horas se siguieron de manera continua. Esto lo he reseñado en el libro Los Mártires de Chicago y el Primero de Mayo de 1913.

A principios del siglo XX se empezó a exaltar esta lucha y con caudillos culturales como Joaquín García Monge, José María Zeledón Brenes, Omar Dengo, Carmen Lyra y otros se impulsó la creación de la Confederación General de Trabajadores, en enero de 1913, que convocó, desde entonces, a la celebración del 1 de Mayo.

En febrero de 1920 se logró el establecimiento parcial de la jornada de ocho horas, lo que provocó que durante el resto del año se generalizaran huelgas, paros y presiones de los trabajadores para su generalización, objetivo alcanzado en diciembre de 1920.

El gobierno de entonces reconoció igualmente el derecho a la organización sindical y a la huelga y dio un aumento de salarios, cuando no había legislación que regulara la organización sindical ni el derecho de huelga. Un año antes se había fundado la Organización Internacional del Trabajo.

Desde 1920 en adelante, en distintos momentos, la jornada de trabajo ha estado en la agenda de los trabajadores costarricenses.

Con la legislación social y laboral, de 1943, se estableció de manera definitiva la jornada de 8 horas diarias para un total de 48 semanales, con un día libre a la semana, con sus respectivas modalidades de jornadas mixtas y nocturnas, el pago de extras y aguinaldo.

En los últimos años ha habido una presión muy grande, por parte de los grupos empresariales, para mantener la semana laboral de 48 horas, pero fraccionada en 4 días de 12 horas diarias, con tres días de descanso. Esto es lo que se discute actualmente en la Asamblea Legislativa.

La modalidad de esta discusión es que tratan de señalar que la jornada de 12 horas diarias, la que llaman 4-3, será optativa. A ello se suma también la modalidad del llamado teletrabajo, que han tratado de mezclar en esta discusión.

El ex presidente de la Unión de Cámaras Empresariales Samuel Yankelewitz, hoy condenado por los tribunales de Justicia, sostenía que esa jornada era en beneficio de la familia del trabajador. Algunos de sus pares siguen usando ese mismo criterio.

Efectos de las 12 horas

Para ir a su lugar de trabajo, el empleado debe desplazarse desde lugares lejanos, muchas veces muy lejanos, por el servicio de transporte público, que no es muy eficiente y que les resulta caro.

El tiempo de desplazamiento para llegar a la empresa no es menor de una hora y en buena parte de los casos se aproxima a la hora y media. Igual tiempo implica el regreso a casa.

De esta forma, a las 12 horas diarias de trabajo el trabajador agrega de 2 a 4 para su desplazamiento. ¿Es realmente un beneficio? La relación de pareja, cuando la hay, ¿se va a fortalecer con estos tiempos? ¿Y con los hijos hijos? Y las mujeres, más de 300.000, que son cabeza de familia, ¿cómo lo harán estando de 14 a 16 horas fuera de sus hogares?

Además, el sistema educativo costarricense está siendo devaluado. Ya no es aquel, obligatorio, gratuito y costeado por el Estado, de fines del siglo XIX. en 1869.

No existen guarderías a cargo del Estado, ni escuelas públicas de 8 horas diarias. Los costos de materiales de estudio son elevados y se han convertido en un gran negocio en contubernio con el propio Ministerio de Educación Pública, que no ejerce en este sentido buenos controles.

En este campo, los sindicatos magisteriales están ausentes de luchas a la par de los padres de familia y en defensa de sus educandos. El apostolado educativo se ha dejado atrás.

Si a ello se suma el deterioro del sistema de salud, que se ha vuelto caro y ha privatizado muchos de sus servicios, la situación de los trabajadores y sus familias empeorará grandemente.

Por otra parte, actualmente, si el trabajador labora 12 horas, las cuatro extras le son reconocidas con un 50 por ciento adicional. Con el régimen de 4-3 se permitirá trabajar extra, pero los otros tres días, los días 5, 6 o 7, haciendo más difícil la relación familiar.

Los ingresos de esos trabajadores disminuyen, y disminuyen también proporcionalmente el aguinaldo y la pensión.

Esto es lo que se quiere hacer; mantener salarios a la baja, lo más bajos que se pueda, sin incentivos de ningún tipo.

Esa es la sociedad laboral que se está forjando en el país.

La lucha contra la jornada de trabajo 4-3 que se está iniciando por parte de algunas organizaciones de trabajadores es absolutamente justa, es en defensa de la calidad de vida del trabajador, de su familia, del matrimonio.

Es sin lugar a dudas una lucha a favor de los niños del país, cuyos padres y madres podrán verse sometidos a sistemas de trabajo típicos de los siglos XVIII y XIX.


(Artículo publicado en la columna Pizarrón del diario La República, el 12 de febrero del 2020. La Rel reprodujo lo esencial.)