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A un año de la tragedia de Brumadinho

Cuando la vida no vale nada

El pasado 25 de enero se cumplió un año de la tragedia de Brumadinho, cuando el colapso de una represa de la minera Vale SA arrasó todo a su paso. El saldo fue de 270 fallecidos, la mayoría trabajadores de la empresa, y el impacto ambiental y económico para la comunidad fue devastador.

Los 12 millones de metros cúbicos de lodo con residuos mineros (lo equivalente a 4.800 piletas olímpicas) destruyeron la región y acabaron con las principales actividades de la comunidad: la pesca y la agricultura.

Un año después, acallado el estruendo de los medios, apenas algunos recordaron la trágica fecha.

El actual escenario en Brumadinho es desolador.

El agricultor familiar Israel Nunes Barbosa contó al portal de Contag que no solo su propiedad fue completamente destruida por el lodo tóxico sino que además está totalmente endeudado.

“Habíamos sacado un crédito rural en el banco para invertir en nuestra producción y ahora no tenemos nada, ni siquiera condiciones para volver a empezar. Nuestros sueños quedaron enterrados en el barro”, lamenta.

Según informó el periódico uruguayo La Diaria, a fines de enero de este año el Ministerio Público de Minas Gerais presentó una denuncia penal por varios delitos contra la minera Vale y la firma alemana Tüv Süd, responsable de la emisión de certificaciones de seguridad de las instalaciones de Vale en Brumadinho.

Por el delito de homicidio fueron acusados 16 directivos: 11 de Vale y cinco de la firma alemana.

Tanto ellos como las propias empresas fueron responsabilizados de diversos delitos ambientales, ya que además de las muertes y la destrucción de viviendas el vertido causó daños en ríos, bosques y otras comunidades de la región. A pesar de estas denuncias Vale sigue operando a todo vapor.

Sin conciencia social

Lo poco que ofreció la empresa desde que colapsara la represa fue porque la justicia la obligó. Sin embargo, para los pobladores de la zona el daño es irreversible, porque no vislumbran un futuro ya que todo está contaminado.

Soraia, otra agricultora familiar que habló con Contag, relata que no ve posibilidades de volver a producir en Brumadinho.

“No veo cómo cultivar acá. Nuestra área de producción fue completamente afectada. El río también fue contaminado y los pocos agricultores que todavía pueden producir algo enfrentan el rechazo de los consumidores, que no quieren adquirir ningún producto plantado en Brumadinho por temor a la contaminación”, subraya.

Es triste esto, porque antes nuestras verduras marcaban la diferencia en el Mercado Central de Belo Horizonte”.

Un éxodo obligado

Muchos pobladores han abandonado la región y los que se quedaron hicieron malabares para sobrevivir con el salario mínimo que la Vale fue obligada a pagar como indemnización hasta este mes de enero.

Entrevistado por el semanario uruguayo Brecha, Seu Sebastiao, un anciano pescador dice que no mataron solo al río y que no murieron únicamente quienes quedaron atrapados en el lodo. “Nos mataron a todos”, dice cuando ve el río de donde sacaba su sustento completamente tapado de barro tóxico.

Junto con él otros 48 pescadores perdieron su fuente de trabajo y hoy apenas subsisten.

Mientras tanto, la minera Vale SA ya recuperó su cotización en la Bolsa de Valores y pudo ofrecer a sus accionistas onerosos dividendos que en total son mayores que los 1.550 millones de dólares que tuvo que pagar por concepto de indemnizaciones.

En el mundo del capitalismo salvaje y en el Brasil de las falsas certificaciones en pos de más ganancias, la ecuación se resume a que la vida y la naturaleza no valen nada.