-¿Cómo se va procesando el acuerdo entre Sintrainagro, Rel UITA y Banacol?
-Se inició un trabajo muy importante el año pasado, un proceso de recolección de hojas de vida de las compañeras jefas de familia, se realizó una primera selección de 75 mujeres que ya están trabajando en fincas de Banacol.
Tenemos otras tantas postulaciones que vamos a analizar conjuntamente con los gerentes de Banacol en Medellín para evaluar el proceso y ver cómo seguimos sumando trabajadoras hasta llegar al número de 400 que propone el acuerdo.
-¿Por qué es tan importante la incorporación de mujeres al mercado de trabajo en Urabá?
-En los años 80 había muchas mujeres trabajando en las plantaciones de banano en condiciones de total precariedad, y cuando quedaban embarazadas las echaban sin ningún tipo de indemnización. No había nadie que velara por sus derechos.
Cuando iniciamos el movimiento sindical en la región y solicitamos la presencia del Ministerio de Trabajo para controlar el trabajo infantil y los derechos laborales de las trabajadoras, las fincas comenzaron a dejar de contratar mujeres y cuando despedían a alguna, la reemplazaban por un varón.
En los años 90, con el desplazamiento de los hombres por la guerrilla, volvieron a sumar mujeres en la mano de obra de las fincas.
Aunque dentro del proceso sindical ha sido siempre una exigencia la contratación de mujeres en las fincas bananeras, hay un acuerdo convencional muy reducido: lograr que cada finca contrate a dos compañeras cada año.
El acuerdo con Banacol puede servir de ejemplo para que otros empresarios contraten jefas de hogar y les ofrezcan condiciones y garantías laborales decentes dentro de la convención.
Debemos enfocarnos en que esto llegue al plano internacional como forma de presión para exigir en las convenciones colectivas que las empresas contraten un porcentaje mayor de mujeres en las plantaciones de banano.
-Sintrainagro trabaja desde hace años en el fomento del empleo para mujeres y jóvenes en la región de Urabá…
-Desde el sindicato tratamos de comprometer a los gobiernos nacional, departamental, local y a los bananeros a generar espacios para los jóvenes, generalmente víctimas de la violencia que no tuvieron la oportunidad de estudiar.
En muchos casos son chicos huérfanos que terminan involucrados con el narcotráfico o con los paramilitares.
Estos jóvenes no tienen experiencia laboral ni capacitación, por lo cual las empresas bananeras no les dan empleo. Gracias a nuestro programa de capacitación laboral hemos logrado su inclusión en el mercado, pero todavía falta.
Esta es una tarea enorme que requiere educación, compromiso, capacitación para que los jóvenes lleven una vida decente. No podemos hacerlo solos. Requiere de muchos actores sociales, del gobierno, de organizaciones internacionales que la respalden.
El objetivo de estos proyectos es que jóvenes, hombres y mujeres puedan trabajar en las fincas bananeras o actividades como las portuarias que se están abriendo en la región.