-¿Prevalece la situación de violencia en Pará?
-Pará es un estado que tiene viejos problemas vinculados a la violencia en el campo, a la usurpación (grilagem) de tierra y a los conflictos agrarios, a lo que hay que sumarle el permanente y sistemático ataque ambiental, con la tala de la selva y las quemas desenfrenadas.
En Pará, y en parte de la región amazónica, está concentrado el 80 por ciento de las reservas indígenas de Brasil y el 62 por ciento de los asentamientos de la reforma agraria. Tenemos alrededor de 1.500 asentamientos, 1.100 de ellos en Pará.
La estrategia del gobierno federal es desregularizar estos territorios y dar continuidad a la cultura del odio y de los prejuicios fomentando políticas públicas conservadoras sin participación popular, así como la desestructuración de los organismos que controlaban y fiscalizaban lo social en Brasil.
En eso estamos ahora, preparándonos para realizar el debate con las diferentes representaciones y sujetos políticos, sean indígenas, quilombolas, pescadores, agricultores familiares, hombres y mujeres, jóvenes asentados, extractivistas para comenzar a discutir una pauta más unificada.
Solo la unidad en la acción hará posible la efectiva defensa de nuestros territorios. Como sistema Contag debemos tener la capacidad de liderar ese proceso y de dar marcha atrás en algunos puntos si con ello logramos construir las alianzas necesarias con los demás movimientos sociales.
-En Pará el movimiento social ha sido fragilizado por la violencia sistemática de tantos años.
-Sin dudas, y ahora además se está dando un proceso de restitución de tierras que ya habían sido concedidas para la reforma agraria. A través de una serie de órdenes judiciales se está hasta quitando tierra que ya había sido ocupada por los asentados por más de 5 o 10 años.
Lo que se está viviendo es nefasto porque estamos a merced de un Poder Judicial prejuicioso y al servicio del agronegocio que desconoce la situación de los trabajadores y las trabajadoras que se quedan sin tierra para trabajar.
-En Pará se observan diferentes formas de violencia…
-Es así. Además de las amenazas veladas, en Pará hubo históricamente una lista de personas “marcadas para morir”.
Varios de los nombres en esa lista tenían una activa militancia social sea en los sindicatos o en la iglesia, además de los defensores que ayudaban a trabajadores y trabajadoras.
Lamentablemente esa cultura de incentivo al odio se ha perpetuado y ahora agudizado.
Existe todavía una marca de violencia muy grande que necesitamos combatir. Hay casos emblemáticos, como el brutal asesinato hace más de 15 años del compañero José Dutra da Costa, «Dezinho».
Recientemente fue a juicio el autor intelectual del crimen, el terrateniente Décio José Barroso Nunes, conocido como «Delzão» y resulta que esperará al proceso en libertad, lo que hace que la viuda de Dezinho, nuestra compañera Joelma, presidenta del Sindicato de Trabajadores Rurales de Rondón do Pará, y su familia estén más que vulnerables.
Hubo amenazas a través de notas, arrojaron piedras y dispararon a la casa de una de las hijas de Joelma, es decir no hay control y el nivel de impunidad es total.
La Contag buscará dar visibilidad a estos casos y reclamar ante la justicia que se cumplan los acuerdos firmados entre el gobierno brasileño y las organizaciones internacionales.
-¿Cuál es la situación de Joelma hoy día?
-Permanece con custodia personal, pero sigue desarrollando de forma muy activa su tarea sindical y su lucha por la reforma agraria.
La acompaña siempre su hijo, que es su chofer, y tiene un policía como custodio.
-Necesario y urgente relanzar la Campaña contra la Violencia en Pará…
-Ciertamente. La cuestión específica de los conflictos agrarios en la Amazonia está originada en la concentración de la tierra, la usurpación, la expansión del agronegocio, la rearticulación del latifundio, el impacto de los megaproyectos mineros e hidroeléctricos, el crecimiento de monocultivos como soja y algodón.
Todos estos factores agudizan los conflictos agrarios y para combatir esto es necesario dar visibilidad al proceso histórico de la compañera Joelma que es emblemático.
Tenemos que difundir internacionalmente esta situación como forma de aumentar el blindaje a Joelma, mostrar que los conflictos y la violencia en el campo continúan y que ella está obligada a andar por la vida con custodia policial para poder realizar su militancia sindical y política.
-Sabes que cuentan con la solidaridad y el respaldo de la UITA…
-Sí lo sabemos. Con la Regional nos une un trabajo efectivo de registrar la realidad, no solo del sudeste del estado de Pará sino de otras regiones de Brasil donde la tensión y el conflicto agrario son muy grandes y donde la violencia contra los líderes sindicales y comunitarios crece en proporción a la impunidad.
En Brasilia, Gerardo Iglesias