DERECHOS HUMANOS

Una patria sin tierra es una patria ajena

Tiene 50 años, es casado, ocho hijos de los cuales siete son varones. A uno de ellos lo perdió en la masacre de Curuguaty

Con Mariano Castro
La masacre de Curuguaty
Una patria sin tierra es una patria ajena
Tiene 50 años, es casado, ocho hijos de los cuales siete son varones. A uno de ellos lo perdió en la masacre de Curuguaty, otros dos están presos, y aún otros dos más se salvaron de milagro. Es presidente de la Comisión de Familiares de Víctimas de Curuguaty. La Rel recabó su testimonio.
-¿A qué te dedicas?
-Somos agricultores; plantamos mandioca, sésamo y todo lo de autoconsumo. Mi familia vive toda junta en un predio de diez hectáreas, en una colonia cercana a Marina Cué, Curuguaty, donde ocurrieron los hechos.
 
-¿Por qué estaban tus hijos ocupando ese predio?
-Porque quieren tener un pedazo de tierra. A esta altura somos ocho familias que no podemos vivir de las diez hectáreas, y a todos los colonos les pasa lo mismo. Precisamos tener vacas, plantar pasturas, y la tierra no alcanza para todos.
 
En la colonia somos decenas de familias. Tenemos una Comisión con la cual estamos solicitando tierra desde hace diez años para ampliación de la colonia.
 
Sabemos muy bien que Marina Cué es propiedad del Estado, porque hace años allí se asentaba un destacamento de la Marina fluvial paraguaya. 
 
En la época del presidente Nicanor Duarte Frutos[1] salió una resolución otorgando tierra para los colonos, pero los que vinieron fueron desalojos ya que una familia muy poderosa llamada Riquelme reclamaba ser propietaria de Marina Cué.
 
La lucha no se ha detenido desde 2003. Todos los desalojos fueron represivos y violentos, hay compañeros que han perdido un ojo por balines de goma, pero éste ha sido el más violento y grave.
 
-¿Cuáles hijos tuyos estaban allí?
-Cinco de mis hijos estaban participando en la ocupación, pero en ese momento sólo había tres: Adolfo, de 28 años con una hija de dos años, Néstor, de 30 años, con una hija, y Adalberto, de 24 años, soltero. Adolfo murió, y los otros dos están presos después de resultar heridos en el tiroteo.
 
-¿Era una ocupación pacífica? ¿Habían hecho alguna gestión oficial?
-Claro, totalmente pacífica. Ellos habían solicitado formalmente que los Riquelme presentaran la titulación de esa tierra, y que en ese caso ellos la abandonarían inmediatamente, pero de lo contrario permanecerían en el lugar.
 
Ellos no tenían armas de fuego ni estaban preparados para enfrentarse con la Policía.
 
-¿Desde cuándo estaban ocupando Marina Cué?
Adolfo estaba participando en las ocupaciones desde 2004. Los otros dos se habían sumado pocos meses antes del último desalojo.
 
-¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Tú crees que fue un operativo premeditadamente violento?
-Claro, ellos sabían lo que venían a hacer, por eso trajeron helicópteros, caballos, furgones, ambulancias. Nosotros no esperábamos algo así.
 
Había muchos policías. Los ocupantes hicieron una barrera y las mujeres y los niños se pusieron delante. Los policías dijeron que querían solo verificar los documentos y después los dejaría retirarse.
 
Pero en realidad actuaron violentamente, entraron al campamento y tiraron abajo la bandera de la ocupación. Mis hijos no saben de dónde vinieron las primeras balas, pero otros testigos vieron que empezaron a tirar desde el helicóptero.
 
-¿Estás diciendo que desde el helicóptero tiraron y que ellos fueron quienes mataron a los propios policías?
-Así es. Hay testigos que vieron como los policías les gritaban a los del helicóptero que no tiraran porque los iban a matar a ellos.
 
-¿Esos testigos pudieron aportar su testimonio a la Fiscalía?
-Acá no hay una verdadera investigación. La Fiscalía no ha interrogado prácticamente a ninguno de nosotros. Desde la cárcel mis hijos han aportado su testimonio para que se sepa la verdad, pero hace ya más de un año que están en la cárcel injustamente.
 
-Porque ellos no tiraron contra la Policía…
-De ninguna manera. La Fiscalía no investiga a la Policía, porque, para empezar, los policías que entraron no mostraron ninguna orden judicial, ni de desalojo ni de allanamiento, sólo atropellaron y se llevaron todo por delante.
 
-¿Has podido visitar a tus hijos presos?
-Sí, aunque es difícil para mí porque están en cárceles distintas, en ciudades diferentes, y acá viajar es muy complicado y costoso.
 
Mi hijo Néstor fue herido gravemente en la mandíbula, y recién ahora fue operado en un hospital público. Lleva un año alimentándose con líquidos porque no puede masticar. Para mí es una gran preocupación y ahora vamos a ver si mejora.
 
El otro, Adalberto, recibió un balazo en un muslo y ya se ha recuperado. Afortunadamente también han mejorado recientemente sus condiciones en la prisión.
 
Ahora están en pabellones más higiénicos y ordenados, con menos cantidad de presos. Ha ayudado mucho la solidaridad nacional, las visitas nacionales y extranjeras…
 
-¿Ustedes seguirán reclamando esa tierra?
-No podemos abandonar, lo hemos solicitado desde hace mucho tiempo. Ahora nuestro hijo y otros compañeros han dejado allí sus vidas, así que no podemos abandonar esta lucha. Estamos cada vez más unidos y vamos a volver a ocupar la tierra.
 
-¿Esperas un juicio justo?
-No estoy seguro. La justicia paraguaya no es buena, solamente le hace caso al dinero y nosotros somos pobres
 
Ojalá haya justicia. La solidaridad internacional será muy importante en este caso.

  

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Foto: ea.com.py